Por: Miguel Cabrera
laclase.info
A propósito de jarrones chinos y otras piezas de utilería
Los acontecimientos sucedieron más o menos de la siguiente manera. En el auditorio de la represa Caruachi -ubicada en Estado Bolívar-, hasta donde fueron trasladados dirigentes sindicales y trabajadores de reconocida y rigurosa afinidad política con el Presidente Chávez, se presentó el hecho de que tres dirigentes sindicales de Sidor no pudiendo soportar la presión de reclamo de miles de trabajadores que esperan impacientes desde hace 30 meses el inicio de la negociación del contrato colectivo de trabajo, tuvieron que dirigirse públicamente al Presidente Chávez para hacerle una petición. Su solicitud fue precedida de mil venias, reverencias, expresiones de respeto, afecto y hasta de una enfermiza sumisión, es decir vulgar “jalabolismo” como es conocido el término en toda la nación, para solicitar algo que por Constitución de la República Bolivariana, Ley Orgánica del Trabajo y convenios internacionales, los trabajadores y trabajadoras venezolanas hemos conquistado hace muchos, pero mucho años. Ciertamente para reclamar un derecho era innecesaria tanta subordinación y genuflexión.
Una semana después, el candidato del “camino” para sacar ventajas publicitarias, ya que ese es su riguroso estilo, sin establecer diferencias largó la frase que desató la tempestad.
Comprendo que para quien es hijo de empresarios y hasta hace poco ejerció su papel como patrono para los empleados de la gobernación, no le preocupa en lo más mínimo colocar en un mismo sitio a los trabajadores en general, que nada tienen que ver y se diferencian radicalmente de los burócratas sindicales que cumplen su retorcido papel de subordinados a “sus” patronos; como es el caso de la dirigencia sindical que se autocalifica de “rojo-rojita”, así como también aquella estirpe de dirigentes sindicales provenientes de la CTV que hoy le tienden la alfombra al paso del candidato de la MUD.
Inmediatamente el candidato-Presidente Chávez ripostó. En un acto de dramaturgia tomó el guante lanzado por su adversario electoral para responder con un encendido discurso en defensa de la clase trabajadora, en contra de los ataques malintencionados del Capriles y finalizó su contra-ataque con una diatriba: “más jalabolas eres tú «majunche», tú que le jalas bolas al imperialismo”. Afirmación por demás cierta, pero que carece de contundencia cuando es pronunciada por alguien que igualmente cumple el papel de agente de los empresarios nacionales y de las multinacionales. Si no lo creen, bastaría con revisar el esquema de las empresas mixtas que hoy promueve el gobierno en todo el país, muy especialmente en la industria petrolera.
Hipocresía y cinismo oficial
Obviamente el candidato de la MUD cometió una ligereza conceptual, inconsciente o intencional, de mezclar en un solo bulto a trabajadores y burócratas sindicales, permitiéndole la ocasión al Presidente Chávez para rasgarse las vestiduras, lavarse la cara y tratar de dejar en el olvido la tormentosa noche vivida recientemente en la represa Caruachi.
En razón a la exigencia de respeto a la clase trabajadora, podríamos decir que el Presidente Chávez tuvo toda la razón; y en términos electorales hasta se justifica que haya aprovechado la oportunidad para intentar desollar vivo al candidato de la oposición, que no deja de mostrar su hilacha de hijo granburgués. Sólo que en boca de un candidato-presidente que se ha distinguido en los últimos años por un comportamiento declaradamente anti-obrero, tal defensa resulta más falsa que un billete de quince bolívares fuertes.
Sí. Porque ese mismo Presidente que hoy repite hasta el cansancio que es obrerista fue el que dijo que la autonomía sindical era un veneno de la Cuarta República. Fue el mismo que justificó no negociar contratos colectivos de trabajo porque prefería seguir haciendo clientelismo político con las misiones, aprovechándose así de las necesidades de millones de compatriotas. Él y no otro, fue el que dijo, cuando se masacraron a los obreros de Mitsubishi en huelga, que los obreros eran responsables porque andaban armados.
Chávez y no otro, fue el que echó para atrás la negociación del contrato colectivo acordado en el Metro de Caracas, porque a su juicio representaba muchas conquistas económicas y sociales para los trabajadores. Fue el actual inquilino de Miraflores, quien intimidó a los dirigentes sindicales con mandarlos a investigar a través de órganos de seguridad del Estado por promover luchas, amenaza que cumplió al pie de la letra al encerrar por 17 penosos meses a Rubén González.
Hipocresía y cinismo presidencial sin límites, porque fue en el mismo teatro de la Represa Caruachi en donde el Primer Mandatario expresó que los trabajadores eran locheros que “pedían y pedían”. Dijo que los dirigentes sindicales no eran leales porque luego le clavaban un puñal por la espalda. Acusó a los trabajadores de perturbar el orden público por cuanto trancaban las avenidas y los conminó a no repetir este tipo de actuaciones. Y por último le recordó a los desmemoriados, que él es el jefe de Estado, que él es quien quita y pone a los gerentes de las empresas básicas o de Sidor o de cualquier sitio. En su humilde humildad les recordó a todos, que él es y sigue siendo el caudillo.
“Los jarrones chinos” de Chirino
Por ética política, porque no quiero mentirle a nadie y porque no quiero pasarme de vivo o de estafador político como se ha vuelto costumbre en el país, quiero dejar explícito que el interés de esta nota es arrimar opiniones y votos a favor del candidato Orlando Chirino de cara a las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre. He aquí mis razones.
Mucho antes que Capriles, lanza en ristre, se pronunciara en contra del jalabolismo sindical, Orlando Chirino, el candidato de los trabajadores, mi candidato (jalabolismo que podríamos categorizar como de “clase”), diferenció del resto de los trabajadores y se expresó en iguales términos a ese sector de la dirigencia sindical roja-rojita que se arrodilla ante sus patronos. Chirino los calificó en esa ocasión de «jarrones chinos», es decir simples elementos de decoración utilizados por el gobierno, para que secunden todas sus excentricidades políticas y en especial para que justifiquen saludando con la mano en el pecho, las medidas anti-obreras decretadas. Tenemos el recuerdo vivo de Osvaldo Vera, Francisco Torrealba, Franklyn Rondón y otros de menor rango, diciendo que las medidas de austeridad económicas del gobierno tomadas por el gobierno en el 2009 eran correctas; que incrementar el IVA en un 33% era una medida revolucionaria y muchas más gansadas por el estilo.
Aunque a decir verdad el “premio al jalabolismo” se lo ha ganado en franca lid y con creces, el presidente de la Central Socialista de Trabajadores y de la Futpv, Wills Rangel, quien hace dos meses aseguró que el incremento de los miserables 29 bolívares diarios para los petroleros eran tremenda conquista, y hace poco menos de setenta y dos horas hizo la afirmación explosiva que la responsabilidad del accidente de Amuy recaía sobre los propios trabajadores, porque se daban cuenta del peligro y no lo habían advertido. ¿Cuáles serán entonces las responsabilidades de este individuo en la tragedia de Amuay, siendo que fue él, el primero en recibir de las manos de los dirigentes de C-cura, el documento que advertía de los graves y ciertos peligros existentes en la industria petrolera?
Sí. Chirino les dijo «jarrones chinos» a ellos y el Presidente Chávez nunca salió a decir “con mis jarrones chinos no te metas”. Podría explicarse el silencio presidencial por la prepotencia típica que caracteriza a los que se auto-consideran grandes caudillos y cóndores, que piensan que no pueden darse el lujo de perder tiempo cazando moscas. Puede ser.
Pero otra explicación también es posible. Con toda certeza el candidato-presidente Chávez sabe quién es Chirino. Sabe que Orlando diferencia muy bien entre un trabajador y un burócrata sindical. Sabe que Chirino no se arrodilla y que cuando hace afirmaciones, no las hace por la emoción del momento, sino porque tiene pruebas más que suficientes para hacerlas.
Y lo más importante, el Presidente Chávez sabe que Orlando tiene principios y tienen fronteras de clase social, muy bien definidas. El Presidente Chávez podrá acusar a Capriles de burgués, de oligarca, de pro-imperialista, inculpaciones que jamás podrá repetir contra Chirino, porque sabe que él es un trabajador, con plenas facultades para seguir laborando, y que sigue esperando que Pdvsa cumpla la providencia del Ministerio del Trabajo que obliga a que se le reinstale en su puesto de trabajo en la industria petrolera.
Esta última explicación también es posible y Chirino se los recuerda todos los días, cuando afirma en radios, televisoras, periódicos o redes sociales, que los trabajadores como él, son los que deben gobernar al país.
Por eso es que públicamente me apunto con mi voto a favor de Orlando Chirino, porque él es quien personifica en nuestro país, la bella trova de la Orquesta Aragón de Cuba, que dice:
Fronteras de clase, no de geografía
son las que dividen a la humanidad.
Amamos las patrias donde hemos nacido,
pero nuestra clase … es universal.
Si los enemigos comunes se juntan
sin tener más patria que su capital,
nosotros haremos un lazo más fuerte
con nuestra conciencia
con nuestra unidad
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