El deterioro de la industria petrolera venezolana avanza de manera avasallante. La desinversión, el abandono de las instalaciones, la corrupción y la desatención de los protocolos de seguridad son los síntomas de una Pdvsa en quiebra.
En el caso de las y los trabajadores de la industria la situación no es mejor. La crisis se expresa en un brutal ataque para despojar a la clase obrera de sus derechos y conquistas a través de la destrucción del salario, el desconocimiento de la contratación colectiva, y demás derechos contractuales como el seguro médico, los comedores, los planes de vivienda, el servicio funerario, el robo de las prestaciones sociales de la nómina mayor, entre otras medidas que reducen a la clase trabajadora a condiciones de semiesclavitud.
Es en el marco de esta terrible situación, que las y los trabajadores comienzan a manifestarse y a desafiar la represión y persecución instaladas en todas las áreas de la industria, que se aplica a través de mecanismos ilegales y violatorios de los derechos humanos, con el objetivo de judicializar y criminalizar a los que luchan.