miércoles, 24 de mayo de 2017

Mi posición frente a la carta de Silvio Rodríguez a Rubén Blades sobre Venezuela


Publicado por Emilio Ortiz 

ExtempForaneo
23.05.2017

Silvio Rodríguez se tomó el tiempo de responder a Ruben Blades acerca de la postura que éste último ha sostenido frente a la situación venezolana, referidas en una carta al presidente, Nicolás Maduro. Con una parte de la izquierda ávida de encontrar un sustento sólido que dé justificación a la represión desatada por el gobierno venezolano, las palabras del autor y cantante cubano no son para Blades, son para esos sectores.

La carta – intentando polemizar con Blades – se enfoca en un tema central: ¿Qué es una revolución? para luego abordar la cuestión de la “revolución” social y Venezuela.

Pienso demostrar cómo la carta de Silvio es maniqueísta, burla la realidad y extrapola conceptos para ajustarlos de manera forzosa a Venezuela. El objetivo de Silvio es justificar la represión gubernamental desde un punto de vista “histórico” y la instauración de la dictadura como una manifestación práctica de ello.


La puesta en escena de “La revolución”.

Aunque comenzar con el Che le puede resultar, como una forma inicial de capturar al auditorio izquierdista mundial proclive al castrismo, la verdad es que si alguien NO sabía de revoluciones era el Che Guevara. El haber protagonizado junto a Fidel el proceso “sui-generis” de la revolución cubana, le llevó a pretender que las revoluciones en América Latina requerían básicamente de un grupo de aguerridos dispuestos a hacer guerra de guerrillas, al que se sumaría el campesinado más temprano que tarde, para luego arrastrar a los trabajadores de las urbes en una ola revolucionaria indetenible. Silvio usa el nombre del Che porque sabe que es una figura idílica.

Pero abstrayéndonos del método para “hacer” la revolución, la primera exposición de Silvio sobre lo que es en sí una revolución es, muy en general, correcta. Ninguna revolución, incluyendo la americana que Silvio olvidó mencionar, escapa a la implacable realidad de dos bandos, uno que se rebela y postula el cambio y otro que reacciona y pretende impedirlo. El proceso implica la ruptura del orden establecido y el enfrentamiento a los defensores de ese orden.

Refiriéndose a la revolución (social) Silvio afirma:

“Una revolución es un vuelco, una ruptura, un abrupto cambio de perspectiva. 
Es cuando los oprimidos dejan de creer en que los que mandan –los que los 
oprimen– tienen la verdad de su lado, y piensan que el mundo puede ser 
diferente de como ha sido hasta entonces.

Pero claro que los opresores no se resignan a abandonar sus posiciones de 
dominio y luchan a vida o muerte por ellas, aunque aparentemente, los “otros” 
sean sus connacionales: enseguida se enajenan de la mayoría del pueblo, 
porque las revoluciones –no los golpes de estado– siempre son obra de la 
mayoría.”

Yo le agregaría que el ejército es el brazo armado del orden establecido, que trabaja como garante del mismo y utiliza todos los recursos en sus manos para intentar aplastar cualquier intento de revolución. Así ha sido y fue en la revolución francesa, americana, la que lideró Bolívar en América Latina, o la china, rusa o cubana.

Una vez que se establece un nuevo orden, producto de la revolución – independientemente de nuestro juicio acerca de ella – el proceso que se inicia busca afianzar la victoria y consolidar posiciones.

La introducción del autor y cantante cubano, refiriéndose a la revolución, busca sentar las bases de toda su exposición contra Rubén Blades y, especialmente, dar el sustento ideológico que justifique la represión de la dictadura de Maduro contra su pueblo.

El maniqueísmo de Silvio Rodríguez es usar la cita de Rubén en la que afirma lo que para él es una revolución social, para “demostrarle” que en Venezuela lo que se vive es un proceso revolucionario, similar al ruso, frances, o cubano y “por tanto” la reacción debe ser aplastada sin piedad.

En un juego cínico y torcido, Silvio define a los protagonistas de los sucesos en Venezuela para que encajen en la obra: La revolución social, encarnada por el gobierno de Maduro y el PSUV y la reacción de los opresores de derecha, representada por “los que gritan y agreden” en las calles.

Una vez montado el escenario, todo queda para él muy claro: la revolución (Maduro y su gobierno) están haciendo lo que los “verdaderos” revolucionarios hacen con la derecha reaccionaria, vale decir, aplastarlos inmisericordemente.

La “revolución” bolivariana.

Obviamente, del discurso inicial de Silvio se deduce que en Venezuela hay una revolución social, dirigida inicialmente por Chávez y proseguida por Maduro, y que ese gobierno revolucionario actualmente enfrenta los intentos de la oligarquía y la burguesía por acabar con ese proceso.

Curiosamente, el orden establecido está representado por Maduro y las fuerzas armadas que lo sustentan. De tal manera que cabe preguntarse: ¿Cuándo se produjo la revolución venezolana? ¿Cuándo las fuerzas armadas cambiaron de signo y fueron reemplazadas por un nuevo ejército revolucionario? ¿Qué día fue depuesto el viejo orden?

Violando las reglas que Silvio expone, en Venezuela al parecer se efectuó una revolución social a través del voto, que fue aceptada por las fuerzas armadas, sin mayor resistencia por parte del viejo “poder”. Al parecer la resistencia vino posteriormente y ha proseguido, mientras que los “revolucionarios” han afianzado su dominio. Han sido casi veinte años luego de la revolución por vía electoral (sería el único ejemplo de tal cosa en la historia).

Posterior a su fallido intento de golpe de estado, Chávez – tras una temporada en la prisión por razones obvias – terminó acaudillando un movimiento amplio de masas, desde la clase media hasta los pobres, que le dieron la victoria. Entonces había un Consejo Supremo Electoral capaz de garantizar resultados adversos al gobierno y al establishment. En poco tiempo una parte importante de la clase media que le apoyó comenzó a distanciarse de su discurso, no por izquierdista sino por autoritario, por su ataque a esa clase media asociándola a la oligarquía. Chávez, un personaje políticamente inculto, obedecía a su instinto militar y pasó de los cara-pintadas argentinos, a luego rendir tributo al dictador Perez Jiménez para finalmente desembocar en las aguas del populismo y el nacionalismo. Lo único realmente constante en su conducta fue su desprecio por la disensión, el pensamiento libre, la independencia política. Por ello le fue fácil adoptar a Fidel como mentor: dar órdenes era su esencia. De haber triunfado en el golpe, las libertades habrían acabado ese mismo momento.

Pero no hubo una revolución social. El triunfo de Chávez llevó a una revolución política, que desplazó del poder a los partidos tradicionales y al sector de la burguesía asociada a ellos por una nueva capa, que pronto recibió el respaldo de otros sectores burgueses y del viejo ejército. También destacan los sectores políticos de la vieja izquierda venezolana desde donde se arrimó al chavismo una franja lumpen que pronto sería clave en su devenir político. A este proceso el caudillo lo denominó “revolución bolivariana” y en una audaz intento teórico, acuñaron el término de “socialismo del siglo 21”.

La revolución bolivariana no fue ni ha sido nunca una revolución socialista. La extrema derecha me dirá que soy un traidor y la izquierda bolivariana me tildará de extrema derecha, pero en estos juegos de las palabras y las categorías los dos grupos se dan la mano.

Me encantaría que Silvio, (al que al parecer le gusta forzar los hechos para que encajen en sus esquemas) me explicara, cómo después de casi 20 años de revolución bolivariana y de que Chávez expropiara a cuanta empresa le viniera en gana, aún pasan al menos estas cuatro cosas:

  • Economía dependiente del petróleo como nunca en la historia. Es decir, dependiente del imperio.
  • Desabastecimiento masivo de alimentos y medicinas. Desmantelamiento de la industria manufacturera nacional y desaparición de la producción interna.
  • Crimen violento como jamás se vivió (asesinatos por robo). Descomposición social, en los barrios populares sometidos a condiciones de hacinamiento y miseria.
  • Corrupción de alto nivel, en los funcionarios del Estado y el ejército.
Probablemente el Silvio Rodríguez maniqueísta nos responda lo que le dice a Blades:

“No era sino la voluntad de mejorar la calidad de vida de la gente lo que inspiró 
la Reforma Agraria cubana, que entregó parcelas a miles de campesinos sin 
tierra y, esencial para procurar mejor calidad de vida, fue la alfabetización cubana 
de 1961, –porque no hay autorrealización sin saber leer– pero enseguida llegaron 
la invasión de Bahía de Cochinos y el bloqueo económico que es repudiado cada 
año en la ONU, aunque acaba de cumplir 52.”

No, Silvio, en Venezuela no hay una Bahía de Cochinos, ni un bloqueo económico. Han sido casi veinte años de venta de petróleo al cliente por excelencia, Estados Unidos de América, en buena parte de los cuales Venezuela recibió la mayor entrada de divisas de su historia, con asociaciones con empresas como Chevron, empresas rusas y chinas, y “donando” millones de dólares en petróleo a otras naciones a cambio de solidaridad política.

No, Silvio, después de veinte años, los descamisados venezolanos no están hoy menos descamisados que antes. No dejaron de vivir en barrios miserables, no han sido organizadores o protagonistas de la economía, no tienen más salud y menos delincuencia. Ni menos hambre.

Tal vez, también podrías explicarnos por qué tu Maduro revolucionario aceptó donar medio millón de dólares a la fiesta de inauguración del ultra derechista Trump, o por qué el gobierno venezolano le otorgó un premio de la paz y soberanía a un bribón como Putin.

Tal vez Silvio no conozca esos “detalles” porque se informa a través de Gramma, teleSUR y Venezolana de Televisión.

Sí, con Chávez vivo los pobres tuvieron nuevos beneficios … temporales y sólo posibles porque las arcas del Estado estaban repletas. Pero la raíz de los males estructurales cuya superación podría haberles beneficiado por generaciones no sólo siguió intacta sino que se profundizó. Eso es típico del populismo y logra, a las primeras de cambio, popularidad.

Esos que gritan y agreden.

En un agregado cínico, que parece escrito por un funcionario del “Partido”, Silvio Rodríguez, parafraseando una de las canciones de Rubén Blades, afirma:

“Blades no sólo lo proclama ahora en esa respuesta a Maduro, sino que lo 
cantaba en sus canciones latinoamericanistas: “de una raza unida, la que 
Bolívar soñó”. Entonces, ¿el intento de realizar el sueño de Bolívar no es el 
proceso integrador que emprendió Chávez, y que enfrenta a un imperio que 
nos quiere divididos, sino que únicamente servirá para mover el culo bailando 
salsa? Y cantar a voz en cuello: “A to’a la gente allá en los Cerritos que hay en 
Caracas protégela”. A “to’a esa gente” la protegen, además de María Lionza, 
los médicos de Barrio Adentro, porque esos que gritan y agreden en las calles 
no se ocuparon jamás de la salud de los venezolanos humildes.”(las negritas son mías)
¿Lo han escuchado, médicos venezolanos? Silvio Rodríguez les acusa de jamás haberse ocupado de la salud de los humildes. ¿Lo han oído, jóvenes estudiantes? Silvio Rodríguez les acusa de ser indolentes y haber dado la espalda a los pobres de la tierra.

Esos jóvenes que Silvio acusa de gritar y agredir no han conocido otra cosa que el régimen chavista, puesto que han crecido bajo su dominio. Muchachos de entre 16 y 25 años, que quieren tener la esperanza de crecer sin mordazas y en libertad. Ellos están lejos de ser responsables del desparpajo de un gobierno que en casi veinte años ha abandonado la red hospitalaria y la salud de los más pobres, con un aumento considerable del índice de mortalidad infantil, enfermedades endémicas y muertes por carencia de medicinas.

Puedo asegurarte Silvio, que de conocer tu carta, los médicos venezolanos, esos que se han fajado en los hospitales públicos día y noche intentando salvar vidas en medio de la insalubridad y carestía de medicinas; esos que trabajan con sueldos miserables y que al igual que todos tienen que ver dónde consiguen comida; esos que conocen de cerca los hospitales públicos, transformados en morgues, donde los pacientes mueren de mengua, donde no hay sala de emergencias pues todo el hospital es una emergencia continua; esos médicos a los que Chávez les dio la espalda, le darían el lugar que merece tu infame afirmación. Y ni que decir que los jóvenes estudiantes de toda la geografía venezolana, muchos de ellos provenientes de los barrios humildes. Te repudiarán. Les acusas de agredir y gritar, mientras mueren asesinados por las manos anónimas del hamponato de los colectivos, o por las armas de la guardia nacional y la policía bolivariana. Así tuerces los hechos para que todo quede prístino en la cabeza cuadrada de los izquierdistas castristas y chavistas, que al igual que bajo el estalinismo, miran y oyen lo que quieren ver, más no la realidad. A diferencia de Rubén que ataca a un gobierno, tú has decidido atacar a los jóvenes que luchan y arriesgan sus vidas. Es porque de eso se trata tu carta. La justificación del crimen.

Podría escribir todavía más acerca de tus parrafadas del “ proceso integrador que emprendió Chávez, y que enfrenta a un imperio” o de como Barrio Adentro fue parte del pago por el petróleo que Chávez dio a los Castro junto al envío de especialistas del G2 – la otra cara de la moneda de Barrio Adentro -. Pero no escucharías. No te interesa escuchar y ver la realidad. No hay independencia, ni soberanía con Chávez, como no hay salud.

Mayoría

Silvio, le dice a Blades:

“Para Blades, el programa político del chavismo “obviamente no es aceptado 
por la mayoría de la población”. Lo que quiere decir que la mayoría que eligió 
a Maduro, no lo es. Blades ignora las 18 elecciones ganadas por el chavismo 
y el casi 60% de votantes que el PSUVobtuvo en las elecciones de diciembre 
–que la derecha dijo que sería un plebiscito– y declara mayoría a los representantes 
de la vieja derecha derrocada por Pablo Pueblo…”

Aceptemos por un momento que Silvio es un “demócrata” y nos habla del respeto al voto popular que los dictadores de Cuba no toleran. El ejemplo de las 18 elecciones no cabe, por una simple razón: esos procesos no fueron llevados a cabo bajo las mismas reglas que llevaron a Chávez al poder. Buena parte de ellas fueron realizadas bajo un gobierno que controla todos los poderes, la Corte Suprema y el Consejo Nacional Electoral. Sólo a una persona crecida bajo una dictadura casi unipersonal, sin poderes independientes y dócil ante ella, se le puede ocurrir dar eso como un ejemplo de respaldo popular.

Pero no niego que Chávez tuvo respaldo de los sectores más pobres. No es algo nuevo, ni ello acredita su programa como valedero. Podríamos examinar los casos de la historia y encontrar esos respaldos – incluso de los desposeídos – a otros líderes populistas y sanguinarios. Pero lo que dice Blades es que Maduro no tiene el apoyo de la mayoría para su programa, por el contrario, la mayoría le rechaza y una vanguardia de masas, cada vez mayor, le sale al paso, no porque quieren dar un golpe, sino porque quieren echar abajo un régimen que, violando su propia constitución, se ha convertido definitivamente en una dictadura.

El cantor revolucionario

Por último Silvio busca descalificar a Ruben Blades y le dice que “Una cosa es cantar y otra vivir lo que se canta, y cantarlo en todas partes.”

¿Acaso Silvio ha creído por un momento que como nació en Cuba y ha sido castrista es un cantor revolucionario? ¿Rubén Blades no vive lo que canta porque no se ajusta a las posiciones de Silvio?

En su última misiva a Maduro, Blades afirma que:

“Las acciones suyas [de Maduro] no son el reflejo de su discurso. Usted no es 
de izquierda y de hecho sus acciones le han hecho mucho daño al concepto de 
la Izquierda. La ha despojado de su nobleza ideológica y la ha convertido en una 
parodia, un circo de bufonadas…”

Blades ha tenido la valentía de colocarse al lado de los oprimidos. Ha tenido el coraje de decir lo que piensa frente a los hechos. Tú, Silvio, has torcido o ignorado los hechos para dar la espalda a ese pueblo que lucha. Has hablado como el Partido Comunista Cubano, has sido transmisor de una visión horrenda que justifica las muertes y la represión. Has hundido tu música y tu hermosa poesía en el fango de la musa estalinista-castrista. Tu canto no sabe de marchas y revueltas en las calles, de disensión e irreverencia porque, hijo servil de la dictadura, nunca has tenido la oportunidad ni el valor de luchar en las calles contra la opresión. Has sido uno de los pocos privilegiados que podían salir a placer de Cuba acantar en todas partes. Ahora para mí eres un exponente de la versión oficial de teleSUR y Venezolana de Televisión. Has arrastrado tu canto al foso de los lacayos de un dogma, incapaz de ver la realidad.

Justificar la represión

Cuando Ruben expresa lo que para él es una revolución social, habla de lo que son sus objetivos históricos. Efectivamente, ni la cubana, ni la rusa, ni la china, ni la americana, han logrado tal cosa. Probablemente nunca se logren, pero una cosa es absolutamente segura: si llega a conquistarse un futuro así, no será por Fidel Castro, ni Raúl, ni la dictadura cubana, o la dictadura de Maduro. Muy por el contrario, salvo para algunos privilegiados – entre los que está Silvio – ambos gobiernos son una afrenta a la dignidad humana, a la libertad de pensamiento, a la auto-realización.

En Venezuela el pueblo no está luchando por imponer el fascismo, o un gobierno de partido único que tiene “la verdad histórica” en las manos. La gente NO quiere dictadura, quiere mejor calidad de vida, poderes independientes del gobierno, medios de comunicación independientes, comida, insumos médicos, y fin al desmadre económico al que han llevado unos gobernantes irresponsables y corruptos. Esos muchachos que sólo conocen del chavismo, quieren instituciones democráticas, no parapetos dirigidos por militares o el PSUV.

Lo más notable y terrible del discurso de Silvio contra Rubén es que con todo el concepto que esgrime en abstracto, justifica la represión brutal – muy concreta – del gobierno de Maduro. Tal es el motivo de su referencia a la guillotina que se usó en la revolución francesa contra la aristocracia. Con ello está equiparando a los estudiantes venezolanos que han muerto en las protestas con las víctimas inevitables del enfrentamiento de una revolución contra “la derecha”. Poco importa para Silvio cuales eran las consignas de esos jóvenes, o si apelaban por la libertad, por crecer en un país con alimentos, salud y elecciones realmente libres. Silvio prefiere hablarnos de la aristocracia monárquica de Francia. Pero nuevamente se equivoca. Los estudiantes venezolanos tienen en común a los jóvenes que hicieron la revolución checoslovaca de 1968 contra la Unión Soviética, y los del mayo francés, y los que se alzaron contra la guerra de Vietnam, y los que enfrentaron a Marcos Perez Jiménez en Venezuela. Tú, Silvio, no sabes de eso, porque has vivido en un país donde las únicas manifestaciones han sido las organizadas por el Partido.

Ya oigo a algunos decir: “¡confabulación mediática! Todos los medios de comunicación imperialistas quieren confundir y difundir mentiras.”, pero ese argumento se hunde por dos cosas muy simples: la primera es que es más fácil aproximarse a los hechos con múltiples medios poseídos por dueños independientes – incluso burgueses – que con uno sólo poseído por el Estado, sea éste del tipo que sea. En segundo lugar, hoy millones de personas poseen celular, con la propiedad de tomar vídeos y difundirlos. Esa ha sido una enorme herramienta en Estados Unidos para demostrar abusos policiales, por ejemplo. En Venezuela también se lucha para impedir que Maduro consolide lo que se tiene en Cuba: control total de medios y de difusión de información.

En Venezuela no se debate el destino de una revolución que históricamente llevaría a un hermoso régimen de bonanza, paz, libertad y realización humana. Se lucha por rescatar al país de la destrucción económica, moral y política a que lo han llevado Maduro y su grupo de lúmpenes y militares corruptos.

En Venezuela hoy hay una revolución democrática en marcha donde los “tierrúos”, los descamisados, los pobres de la tierra, han dejado de creer que la revolución bolivariana es “su” revolución.

Es fácil para ti, Silvio, “deshumanizar” a esos jóvenes que protestan y los que han dado sus vidas con el sólo epíteto de “derechistas”. Eso es más fácil que estudiar qué dicen, quienes son, cuánta verdad hay en los medios internacionales y los medios sociales y tener la valentía de levantar la voz para protestar por ellos.

Pero entiendo que no lo puedas hacer, el peso de una vida entera en la “verdad” del comandante Fidel y del partido es una castración demasiado grande.

Enlaces:

Carta de Silvio Rodríguez a Rubén Blades


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