Por: Mujeres de Izquierda Socialista (Argentina)
Las y los militantes de Izquierda Socialista nos reivindicamos feministas. Para muchas de nuestras lectoras, esta puede ser una definición obvia, pero para otras, que una organización de izquierda y que lucha por un mundo socialista adopte tal definición, puede ser fuente de controversias.
Lejos de todas las falsas creencias que rondan en torno al término feminismo, nosotras decimos que puede resumirse en una simple frase: es un movimiento político amplio que lucha por los derechos de las mujeres. Por esa razón, nosotras somos feministas. Como socialistas revolucionarias, somos parte de las luchas de todas y todos los oprimidos. De este modo también nos reconocemos parte de la lucha democrática de las y los negros, de las y los palestinos, del movimiento de la diversidad sexual, etc. El capitalismo, como sistema de dominación en todo el mundo, aprovecha las situaciones de opresión para duplicar la explotación sobre algunos sectores sociales: “La opresión de la mujer es una de las cuestiones más aberrantes de nuestra sociedad y de las que más miseria y desgracias le acarrean, pues es ni más ni menos que la degradación de una mitad de la humanidad por la otra” (1). Por eso apoyamos las luchas de las mujeres en todo el mundo, y dentro del movimiento feminista nos alineamos junto a las mujeres de la clase trabajadora para acabar con la opresión y la explotación, en la lucha por el Socialismo.
¿Hay un solo feminismo?
Si bien hemos dicho que podíamos definirlo en una simple frase, el movimiento feminista nunca ha sido homogéneo, incluso, en la actualidad, existen distintas corrientes del feminismo las cuales intentaremos mencionar sintéticamente a continuación.
A fines del siglo XIX y principios del XX se desarrolló la Primera Ola de luchas feministas. Años de fuerte ascenso, trajeron aparejados triunfos tales como la conquista de innumerables derechos laborales y el sufragio para las mujeres mayores de 30 años en varios países de Europa, además del primer gobierno obrero de la historia en la Rusia de 1917. En este período es que Clara Zetkin propondría la promulgación del Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras.
El feminismo surgido de la Primera Ola es el Feminismo de la Igualdad, es decir, un movimiento cuyo propósito principal es la conquista de derechos para las mujeres en igualdad de condiciones con los varones. Este feminismo, desde un principio resultó en dos vertientes: la liberal y la socialista o marxista.
Las feministas liberales luchaban centralmente por el derecho al voto para las “damas” y su objetivo era pertenecer a la vida pública dentro de la política burguesa. Las feministas socialistas, a la par que luchaban por el derecho al sufragio universal para todas las mujeres, encabezaban la lucha por mejorar las condiciones laborales, por las 8 horas, por guarderías públicas, por la hora para amamantar, contra la carestía de la vida, etc. Miles de estas mujeres se organizaron en los partidos europeos de la Segunda y luego de la Tercera Internacional Comunista.
Con la Segunda Ola, que tuvo grandes movilizaciones con epicentro en los EEUU en las décadas del ´60 y ´70 del siglo XX, se consiguieron derechos muy importantes en muchos países como el aborto legal y el divorcio. También surgieron nuevas ramas del feminismo: el Feminismo de la Diferencia y el Feminismo Radical. Si bien las luchas de la liberación femenina de estos años fueron de una intensa movilización, a diferencia de la primera ola, en ésta no hubo una división de clases tan clara. La corriente de moda fue la del Feminismo de la Diferencia que postulaba que las mujeres no tenían que luchar por sus derechos para igualar los de los hombres, sino que debían reivindicar su propia “esencia natural” femenina y diferenciarse de los varones. Esto llevó a ubicar a los hombres como el enemigo en términos absolutos y, a desjerarquizar la lucha por conquistas concretas y democráticas y a rechazar cualquier enfoque clasista y antipatronal.
Las feministas radicales, por su parte, proponían comunidades horizontales utópicas (en el capitalismo) donde compartir la crianza de los niños bajo valores “femeninos”.
Llegando a nuestros días, algunas corrientes académicas sostienen que existe una Tercera Ola. Lo cierto es que ésta no ha repercutido hasta ahora en un ascenso sostenido de luchas feministas, aunque sí creció mucho la producción teórica de los estudios de la mujer y de género, dando lugar a un feminismo académico, muchas veces alejado de las movilizaciones concretas por los derechos de las mujeres. En la actualidad, existen desarrollos teóricos como los propuestos por Judith Butler y otras autoras quienes ubican que el principal enemigo es el sistema heteronormativo -es decir, la familia heterosexual como regla obligatoria- y no el patriarcado capitalista, cuestionando incluso la importancia de desarrollar un movimiento de mujeres. Estos planteos dan impulso al desarrollo de un post feminismo o movimiento Queer como símbolo de este momento, donde vienen cobrando relevancia los movimientos por las identidades de género, particularmente, de las identidades trans.
Somos feministas y socialistas
Atentas y partícipes del desarrollo de las luchas y de los avances en los estudios de las cuestiones teóricas, antropológicas e históricas, las y los militantes de Izquierda Socialista nos seguimos reivindicando feministas por la igualdad de derechos y socialistas revolucionarias/os. Entendemos que, como dijo Evelyn Reed: “Las mujeres deben luchar personalmente para conquistar la libertad, y esto es cierto tanto antes como después del triunfo de la revolución anticapitalista. (…) La historia nos enseña que es necesaria una revolución que altere radicalmente las relaciones socio-económicas, para extirpar la causa de las desigualdades y obtener una plena emancipación de nuestro sexo. Este es el fin prometido por el programa socialista por el que nosotras luchamos” (2).
1 Petit, Mercedes y Carrasco, Carmen. “Mujeres trabajadoras y el marxismo” Marxismo vivo, 2009.
2 Reed, Evelyn. “La mujer: ¿casta, clase o sexo oprimido?” Revista International Socialist Review, septiembre 1970.
Lejos de todas las falsas creencias que rondan en torno al término feminismo, nosotras decimos que puede resumirse en una simple frase: es un movimiento político amplio que lucha por los derechos de las mujeres. Por esa razón, nosotras somos feministas. Como socialistas revolucionarias, somos parte de las luchas de todas y todos los oprimidos. De este modo también nos reconocemos parte de la lucha democrática de las y los negros, de las y los palestinos, del movimiento de la diversidad sexual, etc. El capitalismo, como sistema de dominación en todo el mundo, aprovecha las situaciones de opresión para duplicar la explotación sobre algunos sectores sociales: “La opresión de la mujer es una de las cuestiones más aberrantes de nuestra sociedad y de las que más miseria y desgracias le acarrean, pues es ni más ni menos que la degradación de una mitad de la humanidad por la otra” (1). Por eso apoyamos las luchas de las mujeres en todo el mundo, y dentro del movimiento feminista nos alineamos junto a las mujeres de la clase trabajadora para acabar con la opresión y la explotación, en la lucha por el Socialismo.
¿Hay un solo feminismo?
Si bien hemos dicho que podíamos definirlo en una simple frase, el movimiento feminista nunca ha sido homogéneo, incluso, en la actualidad, existen distintas corrientes del feminismo las cuales intentaremos mencionar sintéticamente a continuación.
A fines del siglo XIX y principios del XX se desarrolló la Primera Ola de luchas feministas. Años de fuerte ascenso, trajeron aparejados triunfos tales como la conquista de innumerables derechos laborales y el sufragio para las mujeres mayores de 30 años en varios países de Europa, además del primer gobierno obrero de la historia en la Rusia de 1917. En este período es que Clara Zetkin propondría la promulgación del Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras.
El feminismo surgido de la Primera Ola es el Feminismo de la Igualdad, es decir, un movimiento cuyo propósito principal es la conquista de derechos para las mujeres en igualdad de condiciones con los varones. Este feminismo, desde un principio resultó en dos vertientes: la liberal y la socialista o marxista.
Las feministas liberales luchaban centralmente por el derecho al voto para las “damas” y su objetivo era pertenecer a la vida pública dentro de la política burguesa. Las feministas socialistas, a la par que luchaban por el derecho al sufragio universal para todas las mujeres, encabezaban la lucha por mejorar las condiciones laborales, por las 8 horas, por guarderías públicas, por la hora para amamantar, contra la carestía de la vida, etc. Miles de estas mujeres se organizaron en los partidos europeos de la Segunda y luego de la Tercera Internacional Comunista.
Con la Segunda Ola, que tuvo grandes movilizaciones con epicentro en los EEUU en las décadas del ´60 y ´70 del siglo XX, se consiguieron derechos muy importantes en muchos países como el aborto legal y el divorcio. También surgieron nuevas ramas del feminismo: el Feminismo de la Diferencia y el Feminismo Radical. Si bien las luchas de la liberación femenina de estos años fueron de una intensa movilización, a diferencia de la primera ola, en ésta no hubo una división de clases tan clara. La corriente de moda fue la del Feminismo de la Diferencia que postulaba que las mujeres no tenían que luchar por sus derechos para igualar los de los hombres, sino que debían reivindicar su propia “esencia natural” femenina y diferenciarse de los varones. Esto llevó a ubicar a los hombres como el enemigo en términos absolutos y, a desjerarquizar la lucha por conquistas concretas y democráticas y a rechazar cualquier enfoque clasista y antipatronal.
Las feministas radicales, por su parte, proponían comunidades horizontales utópicas (en el capitalismo) donde compartir la crianza de los niños bajo valores “femeninos”.
Llegando a nuestros días, algunas corrientes académicas sostienen que existe una Tercera Ola. Lo cierto es que ésta no ha repercutido hasta ahora en un ascenso sostenido de luchas feministas, aunque sí creció mucho la producción teórica de los estudios de la mujer y de género, dando lugar a un feminismo académico, muchas veces alejado de las movilizaciones concretas por los derechos de las mujeres. En la actualidad, existen desarrollos teóricos como los propuestos por Judith Butler y otras autoras quienes ubican que el principal enemigo es el sistema heteronormativo -es decir, la familia heterosexual como regla obligatoria- y no el patriarcado capitalista, cuestionando incluso la importancia de desarrollar un movimiento de mujeres. Estos planteos dan impulso al desarrollo de un post feminismo o movimiento Queer como símbolo de este momento, donde vienen cobrando relevancia los movimientos por las identidades de género, particularmente, de las identidades trans.
Somos feministas y socialistas
Atentas y partícipes del desarrollo de las luchas y de los avances en los estudios de las cuestiones teóricas, antropológicas e históricas, las y los militantes de Izquierda Socialista nos seguimos reivindicando feministas por la igualdad de derechos y socialistas revolucionarias/os. Entendemos que, como dijo Evelyn Reed: “Las mujeres deben luchar personalmente para conquistar la libertad, y esto es cierto tanto antes como después del triunfo de la revolución anticapitalista. (…) La historia nos enseña que es necesaria una revolución que altere radicalmente las relaciones socio-económicas, para extirpar la causa de las desigualdades y obtener una plena emancipación de nuestro sexo. Este es el fin prometido por el programa socialista por el que nosotras luchamos” (2).
1 Petit, Mercedes y Carrasco, Carmen. “Mujeres trabajadoras y el marxismo” Marxismo vivo, 2009.
2 Reed, Evelyn. “La mujer: ¿casta, clase o sexo oprimido?” Revista International Socialist Review, septiembre 1970.
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