El Socialista
Hace 37 años, en Nueva York, murió Evelyn Reed, una destacada antropóloga y militante revolucionaria trotskista. La recordamos no solo por su infatigable militancia en el movimiento por la liberación femenina, sino por sus aportes a las investigaciones sobre el origen histórico de la opresión de las mujeres. En vísperas de un nuevo 8 de Marzo este es nuestro homenaje.
Evelyn Horwit había nacido en un pueblito de Nueva Jersey, en 1905. Muy joven se fue a vivir a Nueva York. Luego de unirse a la militancia trotskista adoptó el apellido “Reed”, en homenaje al periodista y revolucionario norteamericano John Reed.
En la década del setenta el PST divulgó su obra publicando por primera vez en castellano Problemas de la liberación de la mujer. Ese libro pequeño de la editorial Pluma fue fundamental para impulsar una política revolucionaria entre las mujeres que luchaban contra su opresión. En 1979, el periódico que el PST divulgaba clandestinamente dedicó la nota que reproducimos en homenaje a la muerte de Evelyn.
“Reed, la rebelde”
“[…] Antes de hacerse una activa militante socialista, Evelyn era una artista rebelde. Una artista que se sublevó contra la injusticia del mundo y que participó por primera vez en un acto político en 1934, en una manifestación contra la destrucción de los murales revolucionarios del artista mexicano Diego Rivera, en el Rockefeller Center de Nueva York.
“Evelyn se casó con el escritor Osborne Andreas en esa época y pasó a vivir en varias ciudades del interior. Pero su personalidad inquisitiva y su trabajo, no se adaptaban al tipo de vida provinciano. Algunos años después, se divorció de Andreas y pasó a viajar por los grandes centros del país, yendo a México.
“Allá conoció, entre otras personas, a León Trotsky, con quién discutió sus planes personales, sus conflictos y su trabajo. Y fue entonces, a principios de 1940, que Evelyn se integró como miembro del Partido Socialista de los Trabajadores (Socialist Workers Party SWP), que tenía militantes en México con el objetivo de hacer la guardia de Trotsky, quien había sufrido un atentado político. Fue también en México donde conoció al gran teórico marxista revolucionario George Novack, con quien viviría hasta su muerte. […]
“En 1951, Evelyn Reed y Novack estaban viviendo en Londres, donde ella inició una gran investigación antropológica, que fue a dar en su primer trabajo: “La revolución de la mujer”. Pero a partir de esa fecha, hasta 1965, la vida de la pareja se hizo difícil. Tenían que trabajar todo el tiempo para sobrevivir. Evelyn detuvo sus investigaciones y también Novack dejó de escribir sus libros sobre teoría marxista.
“Solamente en 1965, cuando volvieron a Nueva York, consiguieron medios para seguir investigando. Evelyn se integró en el movimiento feminista norteamericano, y, en nombre del SWP, realizó charlas en todo el país y en diversas partes del mundo. En 1969, muchas de esas conferencias y charlas formaron un nuevo libro que ya mencionamos Problemas de la liberación de la mujer. Allí se encuentra uno de sus principales artículos, la discusión sobre el carácter social de la mujer: ¿una clase, una casta o un sexo oprimido?
“En él, como en todos los otros, Reed nunca perdió de vista el hecho de que fueron Marx y Engels los que elaboraron el método científico para la comprensión de las causas de la opresión de la mujer. Dado que creía que la clase obrera tenía el poder de cambiar la sociedad, entregó todas sus energías a la construcción de un partido revolucionario de los trabajadores, capaz de dirigir la lucha contra todas las formas de desigualdad, explotación y opresión. Comprendió de manera muy clara la conexión inseparable entre la lucha por la liberación de la mujer y la emancipación de toda la humanidad de los grilletes de la sociedad de clases.
“Siempre insistía en que las mujeres no eran una clase, ni una casta, sino un sexo oprimido. Y defendía que la lucha por los derechos de las mujeres no era un sustituto para la lucha por el derrocamiento del capitalismo, pero que tenía que ser parte integrante de la revolución socialista. Nunca aceptó planteos del tipo: ´el enemigo son los hombres´. Decía que todo nuestro fuego debe estar dirigido contra aquellos que lucran con la sociedad de clases, que también está construida sobre la opresión de la mujer. Y siempre subrayó el fanatismo e ignorancia de los pseudomarxistas que negaban la profundidad de la opresión sufrida por las mujeres, diciendo que la discriminación desaparecería automáticamente en el curso de la revolución socialista.
“Mejor que muchas palabras, para continuar exponiendo el pensamiento de Evelyn, son sus propias palabras. Ella habló, mejor que nadie y con mucha claridad, sobre ese sexo oprimido y sobre esa opresión, que es la misma en todos los países capitalistas existentes en el mundo, destacando cuál es la única vía existente para la liberación de la opresión: el socialismo.” (Opción, 1º septiembre 1979)
¡Querida compañera Evelyn: las mujeres de Izquierda Socialista seguimos tu lucha! ¡Hasta el socialismo siempre!
Los orígenes históricos de la opresión de las mujeres
Evelyn Reed realizó investigaciones antropológicas contundentes para develar las causas exclusivamente históricas y sociales de la opresión femenina, rechazando las interpretaciones que sostienen que la opresión femenina existe desde los orígenes de la humanidad y que sus raíces son, al menos en parte, debidas a diferencias sexuales biológicas.
“Ante todo, las mujeres no han sido siempre el sexo oprimido o ´segundo sexo´. La antropología o los estudios de la prehistoria nos dicen todo lo contrario. En la época del colectivismo tribal las mujeres estuvieron a la par con el hombre y estaban reconocidas por el hombre como tales.
“En segundo lugar, la degradación de las mujeres coincide con la destrucción del clan comunitario matriarcal y su sustitución por la sociedad clasista y sus instituciones: la familia patriarcal, la propiedad privada y el Estado.
“Los factores clave que llevaron al derrocamiento de la posición social de la mujer tuvieron origen en el paso de una economía basada en la caza y en la recogida de comida, a un tipo de producción más avanzado, basado en la agricultura, la cría de animales y el artesanado urbano. La primitiva división del trabajo entre los sexos fue sustituida por una división social del trabajo mucho más complicada. La mayor eficacia del trabajo permitió la acumulación de un notable excedente productivo, que llevó, primero, a diferenciaciones, y después a profundas divisiones entre los distintos estratos de la sociedad.
“En virtud del papel preeminente que habían tenido los hombres en la agricultura extensiva, en los proyectos de irrigación y construcción, así como en la cría de animales, se apropiaron poco a poco del excedente, definiéndolo como propiedad privada. Estas riquezas potencian la institución del matrimonio y de la familia y dan una estabilidad legal a la propiedad y a su herencia. Con el matrimonio monogámico, la esposa fue colocada bajo el completo control del marido, que tenía así la seguridad de tener hijos legítimos como herederos de su riqueza.
“Con la apropiación por parte de los hombres de la mayor parte de la actividad social productiva, y con la aparición de la familia, las mujeres fueron encerradas en casa al servicio del marido y la familia. El aparato estatal fue creado para reforzar y legalizar la institución de la propiedad privada, el dominio masculino y la familia patriarcal, santificada luego por la religión.
“Este es, brevemente, el punto de vista marxista sobre el origen de la opresión de la mujer. Su subordinación no se debe a ninguna deficiencia biológica como sexo, sino que es el resultado de los acontecimientos sociales que destruyeron la sociedad igualitaria de la gens matriarcal, sustituyéndola por una sociedad clasista patriarcal que, desde sus inicios, se caracterizó por la discriminación y desigualdad de todo tipo, incluida la desigualdad de sexos.” (“La mujer: ¿casta, clase o sexo oprimido?” en Problemas de la liberación de las mujeres, Pluma,1974)
En 1975 publicó Women’s Evolution from Matriarchal Clan to Patriarchal Family (Pathfinder Press, New York), una minuciosa investigación antropológica donde demuestra que las primeras sociedades de cazadores y recolectores se organizaban matrilinealmente, es decir, las relaciones de parentesco se organizaban a partir de las madres, y que los cazadores masculinos típicamente se mantenían lejos del nacimiento de los niños. El hecho de que las mujeres se ocupasen de la recolección de alimentos para ellas y sus hijos en este primer período, derriba el mito patriarcal acerca de la división sexual del trabajo originaria que ubicaba al varón como proveedor a través de la caza.
Lejos estuvo Reed de pintar aquellas sociedades primitivas como un “paraíso perdido”, pero sí destacaba su enorme importancia para la lucha feminista: “Conocer que la inferioridad femenina de hoy no está determinada biológicamente, que no ha sido un elemento permanente a lo largo de la historia, y que las de nuestro sexo fueron, una vez, las organizadoras y las dirigentes de la vida social, debería elevar la confianza en sí mismas de las mujeres que hoy aspiran a su liberación”.
Hace 37 años, en Nueva York, murió Evelyn Reed, una destacada antropóloga y militante revolucionaria trotskista. La recordamos no solo por su infatigable militancia en el movimiento por la liberación femenina, sino por sus aportes a las investigaciones sobre el origen histórico de la opresión de las mujeres. En vísperas de un nuevo 8 de Marzo este es nuestro homenaje.
Evelyn Horwit había nacido en un pueblito de Nueva Jersey, en 1905. Muy joven se fue a vivir a Nueva York. Luego de unirse a la militancia trotskista adoptó el apellido “Reed”, en homenaje al periodista y revolucionario norteamericano John Reed.
En la década del setenta el PST divulgó su obra publicando por primera vez en castellano Problemas de la liberación de la mujer. Ese libro pequeño de la editorial Pluma fue fundamental para impulsar una política revolucionaria entre las mujeres que luchaban contra su opresión. En 1979, el periódico que el PST divulgaba clandestinamente dedicó la nota que reproducimos en homenaje a la muerte de Evelyn.
“Reed, la rebelde”
“[…] Antes de hacerse una activa militante socialista, Evelyn era una artista rebelde. Una artista que se sublevó contra la injusticia del mundo y que participó por primera vez en un acto político en 1934, en una manifestación contra la destrucción de los murales revolucionarios del artista mexicano Diego Rivera, en el Rockefeller Center de Nueva York.
“Evelyn se casó con el escritor Osborne Andreas en esa época y pasó a vivir en varias ciudades del interior. Pero su personalidad inquisitiva y su trabajo, no se adaptaban al tipo de vida provinciano. Algunos años después, se divorció de Andreas y pasó a viajar por los grandes centros del país, yendo a México.
“Allá conoció, entre otras personas, a León Trotsky, con quién discutió sus planes personales, sus conflictos y su trabajo. Y fue entonces, a principios de 1940, que Evelyn se integró como miembro del Partido Socialista de los Trabajadores (Socialist Workers Party SWP), que tenía militantes en México con el objetivo de hacer la guardia de Trotsky, quien había sufrido un atentado político. Fue también en México donde conoció al gran teórico marxista revolucionario George Novack, con quien viviría hasta su muerte. […]
“En 1951, Evelyn Reed y Novack estaban viviendo en Londres, donde ella inició una gran investigación antropológica, que fue a dar en su primer trabajo: “La revolución de la mujer”. Pero a partir de esa fecha, hasta 1965, la vida de la pareja se hizo difícil. Tenían que trabajar todo el tiempo para sobrevivir. Evelyn detuvo sus investigaciones y también Novack dejó de escribir sus libros sobre teoría marxista.
“Solamente en 1965, cuando volvieron a Nueva York, consiguieron medios para seguir investigando. Evelyn se integró en el movimiento feminista norteamericano, y, en nombre del SWP, realizó charlas en todo el país y en diversas partes del mundo. En 1969, muchas de esas conferencias y charlas formaron un nuevo libro que ya mencionamos Problemas de la liberación de la mujer. Allí se encuentra uno de sus principales artículos, la discusión sobre el carácter social de la mujer: ¿una clase, una casta o un sexo oprimido?
“En él, como en todos los otros, Reed nunca perdió de vista el hecho de que fueron Marx y Engels los que elaboraron el método científico para la comprensión de las causas de la opresión de la mujer. Dado que creía que la clase obrera tenía el poder de cambiar la sociedad, entregó todas sus energías a la construcción de un partido revolucionario de los trabajadores, capaz de dirigir la lucha contra todas las formas de desigualdad, explotación y opresión. Comprendió de manera muy clara la conexión inseparable entre la lucha por la liberación de la mujer y la emancipación de toda la humanidad de los grilletes de la sociedad de clases.
“Siempre insistía en que las mujeres no eran una clase, ni una casta, sino un sexo oprimido. Y defendía que la lucha por los derechos de las mujeres no era un sustituto para la lucha por el derrocamiento del capitalismo, pero que tenía que ser parte integrante de la revolución socialista. Nunca aceptó planteos del tipo: ´el enemigo son los hombres´. Decía que todo nuestro fuego debe estar dirigido contra aquellos que lucran con la sociedad de clases, que también está construida sobre la opresión de la mujer. Y siempre subrayó el fanatismo e ignorancia de los pseudomarxistas que negaban la profundidad de la opresión sufrida por las mujeres, diciendo que la discriminación desaparecería automáticamente en el curso de la revolución socialista.
“Mejor que muchas palabras, para continuar exponiendo el pensamiento de Evelyn, son sus propias palabras. Ella habló, mejor que nadie y con mucha claridad, sobre ese sexo oprimido y sobre esa opresión, que es la misma en todos los países capitalistas existentes en el mundo, destacando cuál es la única vía existente para la liberación de la opresión: el socialismo.” (Opción, 1º septiembre 1979)
¡Querida compañera Evelyn: las mujeres de Izquierda Socialista seguimos tu lucha! ¡Hasta el socialismo siempre!
Los orígenes históricos de la opresión de las mujeres
Evelyn Reed realizó investigaciones antropológicas contundentes para develar las causas exclusivamente históricas y sociales de la opresión femenina, rechazando las interpretaciones que sostienen que la opresión femenina existe desde los orígenes de la humanidad y que sus raíces son, al menos en parte, debidas a diferencias sexuales biológicas.
“Ante todo, las mujeres no han sido siempre el sexo oprimido o ´segundo sexo´. La antropología o los estudios de la prehistoria nos dicen todo lo contrario. En la época del colectivismo tribal las mujeres estuvieron a la par con el hombre y estaban reconocidas por el hombre como tales.
“En segundo lugar, la degradación de las mujeres coincide con la destrucción del clan comunitario matriarcal y su sustitución por la sociedad clasista y sus instituciones: la familia patriarcal, la propiedad privada y el Estado.
“Los factores clave que llevaron al derrocamiento de la posición social de la mujer tuvieron origen en el paso de una economía basada en la caza y en la recogida de comida, a un tipo de producción más avanzado, basado en la agricultura, la cría de animales y el artesanado urbano. La primitiva división del trabajo entre los sexos fue sustituida por una división social del trabajo mucho más complicada. La mayor eficacia del trabajo permitió la acumulación de un notable excedente productivo, que llevó, primero, a diferenciaciones, y después a profundas divisiones entre los distintos estratos de la sociedad.
“En virtud del papel preeminente que habían tenido los hombres en la agricultura extensiva, en los proyectos de irrigación y construcción, así como en la cría de animales, se apropiaron poco a poco del excedente, definiéndolo como propiedad privada. Estas riquezas potencian la institución del matrimonio y de la familia y dan una estabilidad legal a la propiedad y a su herencia. Con el matrimonio monogámico, la esposa fue colocada bajo el completo control del marido, que tenía así la seguridad de tener hijos legítimos como herederos de su riqueza.
“Con la apropiación por parte de los hombres de la mayor parte de la actividad social productiva, y con la aparición de la familia, las mujeres fueron encerradas en casa al servicio del marido y la familia. El aparato estatal fue creado para reforzar y legalizar la institución de la propiedad privada, el dominio masculino y la familia patriarcal, santificada luego por la religión.
“Este es, brevemente, el punto de vista marxista sobre el origen de la opresión de la mujer. Su subordinación no se debe a ninguna deficiencia biológica como sexo, sino que es el resultado de los acontecimientos sociales que destruyeron la sociedad igualitaria de la gens matriarcal, sustituyéndola por una sociedad clasista patriarcal que, desde sus inicios, se caracterizó por la discriminación y desigualdad de todo tipo, incluida la desigualdad de sexos.” (“La mujer: ¿casta, clase o sexo oprimido?” en Problemas de la liberación de las mujeres, Pluma,1974)
En 1975 publicó Women’s Evolution from Matriarchal Clan to Patriarchal Family (Pathfinder Press, New York), una minuciosa investigación antropológica donde demuestra que las primeras sociedades de cazadores y recolectores se organizaban matrilinealmente, es decir, las relaciones de parentesco se organizaban a partir de las madres, y que los cazadores masculinos típicamente se mantenían lejos del nacimiento de los niños. El hecho de que las mujeres se ocupasen de la recolección de alimentos para ellas y sus hijos en este primer período, derriba el mito patriarcal acerca de la división sexual del trabajo originaria que ubicaba al varón como proveedor a través de la caza.
Lejos estuvo Reed de pintar aquellas sociedades primitivas como un “paraíso perdido”, pero sí destacaba su enorme importancia para la lucha feminista: “Conocer que la inferioridad femenina de hoy no está determinada biológicamente, que no ha sido un elemento permanente a lo largo de la historia, y que las de nuestro sexo fueron, una vez, las organizadoras y las dirigentes de la vida social, debería elevar la confianza en sí mismas de las mujeres que hoy aspiran a su liberación”.
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