miércoles, 5 de agosto de 2015

Gobierno recurre a militarización de las colas para contener el desespero por la grave escasez


    
Por: Marcos David Valverde (Correo del Caroní)

Noris Rojas llegó a las 4:00 de la mañana de este martes a la sede de Pdval de Puerto Ordaz,

en la avenida Guayana. Si es miércoles y usted lee esto, seguramente ella estará en el mismo lugar.

No. No regresó: permanece allí desde este martes. Desde ayer a las 4:00 de la mañana, como leyó en la primera línea. Y sigue allí porque, luego de un día de cola, los encargados del local dijeron que no había más para vender.

Entonces, ella y otras personas decidieron hacer algo que les pareció sensato: una lista que a las 3:30 de la tarde del martes ya tenía 140 nombres.
Esa era una opción. La otra era comprar a los bachaqueros un paquete de arroz (si se consigue) por 300 bolívares. Entre otros productos y precios que impone el mercado negro.

Además de esa desventura, hay un añadido: que todo ocurrió justo cuando funcionarios militares tomaron los supermercados estatales para garantizar el orden.

Pero no hubo orden. Además del descalabro en la venta, los uniformados, que los presentes señalaron como de la Guardia Nacional Bolivariana, “golpearon a un muchacho que reclamó porque se había acabado todo. Le pusieron hasta electricidad”.


Aglomeración indetenible

Pero si ya Pdval era una cola disipada hasta la próxima jornada, a esa misma hora, Bicentenario era una aglomeración y, en suma, un desespero macizo que se vivía desde el pasillo hasta el final del estacionamiento.

Allí, los funcionarios de la GNB (con fusiles y escudos) procuraban mantener el orden. Aunque las voces en la cola afirmaban lo contrario.

“Yo soy la número 271 de la cola. Esta mañana, cuando llegué, recogieron 200 cédulas, y a esta hora (4:00 de la tarde) no han llamado”, dijo Carmen Rodríguez, habitante de San Rafael.

William Reserde quiso aligerar el trámite y le compró un número, el 276, a alguien por 150 bolívares. A pesar de eso, en la tarde no había podido hacer mercado.

Protegiendo el bolsillo

Las historias de las colas no eran el único foco de penurias. Quienes se movieron desde San Félix acudieron con ilusiones hasta el establecimiento gubernamental. Los traslados fueron el otro foco de esas penurias y todas se resumen a una palabra: bolsillo.

Justamente, los miles que a diario acuden a los supermercados gubernamentales tienen como denominador común esquivar una realidad: que una familia promedio requiere ocho salarios mínimos para cubrir la canasta básica.



Militarización no garantiza el orden en las colas
del Abasto Bicentenario



A veces no se puede esquivar esa realidad. Porque los tiros salen por la culata. Así le pasó a Génesis Carrillo, quien no había podido entrar al Bicentenario a las 4:00 de la tarde. “Pagué 600 bolívares en un taxi para que me trajera hasta aquí. Me vine con mi bebé y con mi mamá. ¿Cómo es posible que uno entrega las cédulas y se prende igual el despelote?”.

El asunto no quedó sólo en críticas. También hubo señalamientos: “hay corrupción. Ellos (los funcionarios de la GNB) traen cédulas de sus vecinos y los pasan de primeros. Además, aquí no hay baños para uno hacer sus necesidades. Se supone que esto es del gobierno y que uno debe ser bien atendido”, criticó Leida Padrino

Amén de la turbación, para muchos no queda más: el dinero no alcanza y la comida aumenta. Sino, pregúntele a Ruth Castro, quien también pasó la noche en el Pdval: “Tendré que hacerlo. En mi casa no tengo qué comer”.










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