martes, 30 de junio de 2015

Sobre la visita de los senadores brasileños a Venezuela


Por: CST-Psol 
Brasil

El viaje frustrado a Venezuela de senadores que integran la oposición de derecha en el Congreso y a quienes se impidió visitar a presos políticos opositores al gobierno, fue visto casi como un ataque contra Brasil y mereció una nota de repudio que incluso los parlamentarios del Psol firmaron. ¡Gran error!

La derecha brasileña representada en el Congreso nada tiene que ver con la defensa de los derechos humanos, ni acá ni en Venezuela. Muchos de esos diputados fueron cómplices de la dictadura militar durante los años de plomo, y nunca pasó por sus cabezas visitar los calabozos donde eran torturados los opositores al régimen. Otros son socios de los grandes explotadores y de los gobernadores que reprimen profesores, barrenderos y otros funcionarios públicos. Por eso sus dolores no son nuestros dolores, y la bancada del Psol erró al no diferenciarse de esos políticos.

El objetivo de la excursión fue hacer un espectáculo de pirotecnia para, sin ser consecuentes, colocar al gobierno venezolano contra la pared y crear un hecho político para presionar al gobierno de Dilma. Si de verdad estos personajes defendiesen los derechos humanos, ¿dónde estaban cuando eran masacrados brutalmente los profesores de Paraná, Sao Paulo, Goiás o Pará? Ellos no tienen moral para encabezar ese tipo de manifestaciones. Por eso no nos solidarizamos con estos senadores que son corresponsables de la miseria, de la represión y de la explotación que sufre el pueblo trabajador brasileño.


No obstante, otro capítulo merece el gobierno antiobrero y militarista encabezado por Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Un gobierno que en nombre del socialismo del siglo XXI somete a iniquidades a los trabajadores que osan protestar y reprime a las fuerzas políticas que le hacen oposición. No compartimos las políticas de este gobierno que “expropia” a precio de mercado empresas como Sidor, y entrega gran parte de las riquezas del subsuelo construyendo empresas mixtas entre multinacionales petroleras y Pdvsa en el negocio del petróleo. Un gobierno burgués que reprime las luchas, responsable de la muerte de importantes dirigentes sindicales, indígenas y campesinos que encabezaron protestas y del encarcelamiento de muchos de ellos. Un gobierno que no tolera partidos de oposición y persigue y encarcela a sus dirigentes.

Somos irreconciliables con la oposición de derecha venezolana, agente directa de los intereses del imperialismo y enemiga del pueblo trabajador. Parte de ella apoyó el golpe contra Chávez en 2002, y de conjunto su único objetivo es acceder al poder para adueñarse de las riquezas petroleras y volver a hacer los suculentos negocios que hacían en la época de AD y Copei. Pero el gobierno de Venezuela es un desastre en materia de derechos humanos y debemos ser firmes y claros en denunciar sus arbitrariedades, fundamentalmente contra los trabajadores, aunque también contra dirigentes políticos de la oposición, usando el pretexto maniqueísta del golpismo. Siendo el mismo gobierno que amnistió a los golpistas, civiles y militares, de 2002 que fueron derrotados por la movilización popular.

Por ello, la CST es solidaria con la postura de nuestro partido hermano venezolano, el Partido Socialismo y Libertad (PSL), de combatir sin tregua a esa oposición de derecha proimperialista, mientras somos profundamente críticos con este gobierno inconsecuente que promueve hechos que mancillan las banderas de la izquierda y el socialismo, y exigimos la libertad de todos los presos políticos, sindicales, campesinos, populares y juveniles en Venezuela. Nada tenemos que ver con las falsas manifestaciones por los Derechos Humanos de la derecha brasileña y las escaramuzas producidas con militantes del gobierno. Pero repudiamos la falta de libertades en Venezuela que afecta a los trabajadores y a toda la población que tiene una opinión contraria al gobierno de Maduro y Cabello.

La falta de libertades y la represión contra los que protestan por la hiperinflación, el desabastecimiento, el desempleo y los recortes salariales es uno de los obstáculos fundamentales que tiene frenado al fantástico proceso revolucionario venezolano que acabó con el bipartidismo, cambió el régimen político y se ilusionó con avanzar al socialismo.

El modelo de empresas mixtas impulsado por el chavismo, privilegiando las relaciones con empresas multinacionales del petróleo, sectores militares y burgueses aliados (la boliburguesía) en detrimento de los intereses del movimiento obrero que fue relegado a un segundo plano, fue determinante para congelar el proceso revolucionario abierto con el Caracazo en 1989.

No obstante, la clase obrera está en pie y dispuesta a continuar luchando, como lo prueban los metalúrgicos sidoristas, los trabajadores de las ensambladoras, de las universidades, los petroleros y amplios sectores de la juventud. Confiamos en esa fuerza y no en la protesta de los senadores brasileños de derecha, para cambiar el rumbo de Venezuela y tomar el camino del socialismo con democracia para resolver los graves problemas económicos y de derechos humanos.


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