La gente sólo habla en la calle de lo caro que está todo. Cada vez que vamos a un abasto, a un supermercado, o compramos algo en un kiosko, nos asombramos de lo costoso que están todos los productos. No hace mucho un cafecito pequeño en una panadería costaba 10 bolívares, hoy se consigue en 20, 25 y hasta 30 bolívares. Un huevp en cualquier cualquier bodega de una comunidad cuesta Bs. 17. Todo sube como la espuma, mientras los salarios se siguen sumergiendo en las profundidades de nuestros magros bolsillos.
A la terrible escasez que padecemos, se suma con fuerza la elevada inflación y la progresiva destrucción de nuestros salarios. Los que vivimos de un salario, vemos como este se vuelve sal y agua ante el avance indetenible del alto costo de la vida.
Los trabajadores tenemos que soportar largas y vergonzosas colas para medio adquirir los productos y alimentos necesarios para nuestra subsistencia. Pero cuando al fin conseguimos la pasta, el aceite, la harina, las caraotas, o cualquier otro producto, nos encontramos con el dilema de pagar el alto precio que la mayoría de los alimentos tienen. “Lo compro o no lo compro?. Pero a lo mejor mañana no lo consigo, o quizás estará mas caro”. Hoy un producto tiene un costo, mañana probablemente tenga otro. Nunca sabemos si vamos a conseguir un alimento y cuanto nos va a costar. Es un estrés permanente que agobia al pueblo trabajador.
La guerra económica: el cuento que nadie se cree
El gobierno sigue hablando de una fantasmal guerra económica. Cuento que la mayoría de la gente no se cree. Si hay una guerra económica, entonces ¿por qué no se ven los bienes y alimentos que deberían producir las empresas del Estado? ¿Dónde está el café Fama de América?, ¿dónde están los productos Diana y los de Lácteos Los Andes? ¿dónde venden las harinas Demasa, Juana y otras 3 marcas propiedad del gobierno? ¿Qué pasó con las plantas productoras de harina para arepas que el gobierno tenía paralizadas? Esas son las preguntas que el gobierno debería responder.
Por todo lo anterior es que el gobierno se niega a publicar las cifras de inflación y escasez. Saben que estas son alarmantes, y en pleno año electoral no se atreven a hacerlas publicas. El 2014 la inflación cerró en 68,5%. Muchos economistas hablan de que este año terminaría cercana a un 180%, otros consideran que podría superar el 200%, un cuadro de hiperinflación.
Ciertamente, la especulación, el contrabando y el bachaqueo, también influyen en el alto costo de los alimentos y otros productos de consumo masivo, pero estas no son las causas de fondo del desabastecimiento y la inflación. El origen de todo esta en la caída brutal de la producción nacional, que hoy somos más dependientes e importadores que nunca, a lo cual se suma la impresión desaforada de billetes por parte del gobierno, y los chanchullos que boliburgueses, empresarios y funcionarios gubernamentales realizan al apropiarse de dólares subsidiados mediante importaciones sobrefacturadas.
La especulación y el bachaqueo son consecuencia directa de este desastre económico con el cual el gobierno, los banqueros, transnacionales y empresarios le quieren hacer pagar su crisis a los trabajadores y el pueblo.
Mientras los trabajadores intentan desesperadamente llegar a fin de mes, e incluso tienen que apelar a trabajos informales para complementar sus destruidos salarios, los banqueros privados, las transnacionales, y la emergente burguesía roja obtienen ganancias espectaculares. Un escenario que nada tiene que ver con el socialismo, sino que expresa el más salvaje capitalismo.
¿Cómo se concreta este acuerdo tácito entre empresarios y el gobierno?
Los empresarios suspenden empresas, paralizan la producción o presionan amenazando con hacerlo, con el argumento de que no disponen de divisas para adquirir insumos y materia prima. Ante esto el gobierno, a través de la Sundee, aprueba los aumentos de precios, y le otorga a los empresarios los dolares o les facilita créditos a través de la banca publica. Por su parte, los empresarios despiden trabajadores, como esta sucediendo en numerosas fabricas en Valencia, con el aval de las inspectorias del trabajo.
En muchos casos, tal como han denunciado los trabajadores de enlatadoras de atún y otros pescados en Sucre, el gobierno les otorga los dolares a los empresarios a precios preferenciales, pero en lugar de aumentar la producción nacional, prefieren importar la materia prima, enlatarla en el país y venderla a elevadísimos precios, obteniendo una jugosa ganancia.
Es por ello que nuestro partido ha insistido en que el gobierno y el empresariado tienen un acuerdo no firmado, para hacer recaer la crisis por ellos generada, sobre los hombros de los trabajadores y el pueblo. Aplicando un plan de ajuste que contempla despidos, aumento de precios de productos, devaluación, y se preparan para aumentar lo único barato que hay en el país: la gasolina. El gobierno sólo esta esperando el momento más conveniente para hacerlo. La MUD, avala todas estas medidas, y mas allá de sus diferencias con el gobierno, es cómplice en la aplicación de este plan de ajuste antipopular.
Ante la escasez y el deterioro de los salarios, generado por la escalada inflacionaria, el Partido Socialismo y Libertad plantea que es necesario que el pueblo trabajador se movilice en la calle de forma independiente al partido de gobierno y a la MUD, exigiendo un aumento general de salarios, incremento del salario mínimo para igualarlo a la canasta básica, y que este se ajuste cada 3 meses de acuerdo a la inflación acumulada.
Estas propuestas deben ser parte de un Plan Económico y Social Alternativo, discutido en un encuentro obrero y popular nacional.
*Secretario general del Partido Socialismo y Libertad (PSL)
@UcvMiguelangel
miguelaha2014@yahoo.com
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