Por: Miguel Lamas
El Socialista
La renuncia reciente del suizo Joseph Blatter, quien dirigía la FIFA desde 1998 y acababa de lograr su quinto mandato, es el último episodio de una guerra de intrigas, con intervención del Departamento de Justicia norteamericano, investigando la corrupción por el control de esa poderosa organización, con el objetivo real de disputar el dominio de la multinacional del fútbol.
Esta disputa por el control de la FIFA la denunció el mismo Blatter, antes de renunciar, pocos días después de que estallara el escándalo. La policía suiza detuvo a 7 ejecutivos de la FIFA 48 horas antes del Congreso que reeligió a Blatter. El presidente de la FIFA denunció a la Secretaria de Justicia estadounidense, Loretta Lynch, quien lleva adelante la investigación por corrupción en el fútbol, por llevar adelante una “campaña de odio” impulsada por la UEFA, la asociación que nuclea al fútbol europeo, y aseguró que no teme que la investigación por corrupción pueda llevarlo a la cárcel. “Hay señales que no engañan. Los estadounidenses eran candidatos a organizar el Mundial de 2022 y perdieron”, dijo (el mundial 2022 se llevará a cabo en Qatar y el de 2018 en Rusia). Y agregó: “Si los estadounidenses quieren indagar delitos financieros o violaciones a la ley que conciernen a ciudadanos de Norteamérica o de Sudamérica, que los detengan ahí y no en Zurich, mientras hay un congreso”. El suizo también dijo que Estados Unidos “es el principal patrocinador del reino de Jordania” (es decir, de su rival en la pelea por la conducción de la FIFA, el derrotado príncipe jordano Alí Bin al Hussein).
La actuación del Departamento de Justicia de Estados Unidos se basa en que varias transacciones financieras fueron realizadas a través de bancos norteamericanos. Como en una película de gangster, el neoyorkino Chuck Blazer, miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA, se convirtió en un buchón, a condición de que le rebajen su pena. Era quien andaba con un grabador en las reuniones para probar los tráficos de millonarios sobornos. En la FIFA, desde hace muchos años, se vende y compra todo, los votos en los congresos para designar a su presidente, y, por supuesto, las sedes de los mundiales mueven miles de millones de dólares en costosísimas construcciones y sobornos de multinacionales y gobiernos interesados en ser sede. Cuando designaron la sede de Qatar el propio Obama dijo que era “una decisión equivocada”, mostrando la irritación yanqui por no haberla obtenido ellos.
Grandes multinacionales, especialmente Adidas, Coca Cola y otras, tienen una relación estrecha con los conductores de la FIFA y privilegios en sus contratos publicitarios. Aunque posiblemente sea el menor de sus ingresos, el salario de estos señores es un secreto. En un momento dijeron que “en conjunto” los principales directivos ganaban 35,5 millones al año. Sin contar las coimas, claro. Algunos alquilaban departamentos a miles de dólares mensuales solo para que vivan sus mascotas.
“Jaque al rey”. Después de caer presos varios miembros del Comité Ejecutivo, Blatter quedó acorralado y prefirió renunciar, intentando salvarse de la cárcel, aunque aún seguirá al frente del negocio hasta diciembre, cuando debería realizarse un Congreso Extraordinario para designar a su sucesor.
La crisis de la FIFA tiene diversas causas. La más directa e inmediata es la disputa por el negocio que pretenden recuperar los yanquis asociados a los británicos. Blatter tejió sus alianzas y votos con Asia, Africa y Rusia. Como un tercermundista postmoderno, denuncia a los yanquis y reivindica la mundialización del futbol para utilizarla en su propio beneficio.
Por otro lado, hay un creciente cuestionamiento popular. El caso de las grandes movilizaciones juveniles en Brasil en 2013, denunciando los gastos de 28.000 millones de dólares en infraestructura, una parte de la cual tiene una escasa utilidad, como enormes estadios en ciudades con poca población o pocos aficionados al futbol. Así fue que estalló una enorme movilización contra la FIFA en el país más futbolero del mundo. Las movilizaciones sacaron en ese momento a la luz no sólo los gastos inútiles, sino también cómo se beneficiaban de ellos funcionarios estatales del PT gobernante y la propia FIFA.
En 2014, en el programa que dirigía en Telesur, Diego Maradona habló de la FIFA: “El de la FIFA es un poder feo, porque si ganan 4 mil millones de dólares y el campeón se lleva 35, hay una diferencia que no se puede creer. Y esto lo tiene que saber la gente. La multinacional (FIFA) se está comiendo la pelota”. Luego insistió denunciando al propio Blatter: “Si nos ve, se tiene que esconder en el baño. Bill Gates se ganaba la plata, pero él no. Se lleva 4 mil millones de dólares sin hacer nada”.
Es decir, el futbol, un juego que hoy apasiona a la mayoría de la humanidad, bajo el capitalismo, se convirtió en un sucio negocio. Donde una gigantesca multinacional, la FIFA, gana miles de millones que saca no sólo de los espectadores, sino de pueblos completos que terminaron endeudados para pagar las obras faraónicas para el mundial. Obras que en la mayoría de los casos se hace con mano de obra superexplotada, con la consiguiente muerte de decenas de obreros. Por eso es impensable que la justicia yanqui termine con este negocio, sólo quiere aumentar la tajada de sus propias multinacionales.
La renuncia reciente del suizo Joseph Blatter, quien dirigía la FIFA desde 1998 y acababa de lograr su quinto mandato, es el último episodio de una guerra de intrigas, con intervención del Departamento de Justicia norteamericano, investigando la corrupción por el control de esa poderosa organización, con el objetivo real de disputar el dominio de la multinacional del fútbol.
Esta disputa por el control de la FIFA la denunció el mismo Blatter, antes de renunciar, pocos días después de que estallara el escándalo. La policía suiza detuvo a 7 ejecutivos de la FIFA 48 horas antes del Congreso que reeligió a Blatter. El presidente de la FIFA denunció a la Secretaria de Justicia estadounidense, Loretta Lynch, quien lleva adelante la investigación por corrupción en el fútbol, por llevar adelante una “campaña de odio” impulsada por la UEFA, la asociación que nuclea al fútbol europeo, y aseguró que no teme que la investigación por corrupción pueda llevarlo a la cárcel. “Hay señales que no engañan. Los estadounidenses eran candidatos a organizar el Mundial de 2022 y perdieron”, dijo (el mundial 2022 se llevará a cabo en Qatar y el de 2018 en Rusia). Y agregó: “Si los estadounidenses quieren indagar delitos financieros o violaciones a la ley que conciernen a ciudadanos de Norteamérica o de Sudamérica, que los detengan ahí y no en Zurich, mientras hay un congreso”. El suizo también dijo que Estados Unidos “es el principal patrocinador del reino de Jordania” (es decir, de su rival en la pelea por la conducción de la FIFA, el derrotado príncipe jordano Alí Bin al Hussein).
La actuación del Departamento de Justicia de Estados Unidos se basa en que varias transacciones financieras fueron realizadas a través de bancos norteamericanos. Como en una película de gangster, el neoyorkino Chuck Blazer, miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA, se convirtió en un buchón, a condición de que le rebajen su pena. Era quien andaba con un grabador en las reuniones para probar los tráficos de millonarios sobornos. En la FIFA, desde hace muchos años, se vende y compra todo, los votos en los congresos para designar a su presidente, y, por supuesto, las sedes de los mundiales mueven miles de millones de dólares en costosísimas construcciones y sobornos de multinacionales y gobiernos interesados en ser sede. Cuando designaron la sede de Qatar el propio Obama dijo que era “una decisión equivocada”, mostrando la irritación yanqui por no haberla obtenido ellos.
Grandes multinacionales, especialmente Adidas, Coca Cola y otras, tienen una relación estrecha con los conductores de la FIFA y privilegios en sus contratos publicitarios. Aunque posiblemente sea el menor de sus ingresos, el salario de estos señores es un secreto. En un momento dijeron que “en conjunto” los principales directivos ganaban 35,5 millones al año. Sin contar las coimas, claro. Algunos alquilaban departamentos a miles de dólares mensuales solo para que vivan sus mascotas.
“Jaque al rey”. Después de caer presos varios miembros del Comité Ejecutivo, Blatter quedó acorralado y prefirió renunciar, intentando salvarse de la cárcel, aunque aún seguirá al frente del negocio hasta diciembre, cuando debería realizarse un Congreso Extraordinario para designar a su sucesor.
La crisis de la FIFA tiene diversas causas. La más directa e inmediata es la disputa por el negocio que pretenden recuperar los yanquis asociados a los británicos. Blatter tejió sus alianzas y votos con Asia, Africa y Rusia. Como un tercermundista postmoderno, denuncia a los yanquis y reivindica la mundialización del futbol para utilizarla en su propio beneficio.
Por otro lado, hay un creciente cuestionamiento popular. El caso de las grandes movilizaciones juveniles en Brasil en 2013, denunciando los gastos de 28.000 millones de dólares en infraestructura, una parte de la cual tiene una escasa utilidad, como enormes estadios en ciudades con poca población o pocos aficionados al futbol. Así fue que estalló una enorme movilización contra la FIFA en el país más futbolero del mundo. Las movilizaciones sacaron en ese momento a la luz no sólo los gastos inútiles, sino también cómo se beneficiaban de ellos funcionarios estatales del PT gobernante y la propia FIFA.
En 2014, en el programa que dirigía en Telesur, Diego Maradona habló de la FIFA: “El de la FIFA es un poder feo, porque si ganan 4 mil millones de dólares y el campeón se lleva 35, hay una diferencia que no se puede creer. Y esto lo tiene que saber la gente. La multinacional (FIFA) se está comiendo la pelota”. Luego insistió denunciando al propio Blatter: “Si nos ve, se tiene que esconder en el baño. Bill Gates se ganaba la plata, pero él no. Se lleva 4 mil millones de dólares sin hacer nada”.
Es decir, el futbol, un juego que hoy apasiona a la mayoría de la humanidad, bajo el capitalismo, se convirtió en un sucio negocio. Donde una gigantesca multinacional, la FIFA, gana miles de millones que saca no sólo de los espectadores, sino de pueblos completos que terminaron endeudados para pagar las obras faraónicas para el mundial. Obras que en la mayoría de los casos se hace con mano de obra superexplotada, con la consiguiente muerte de decenas de obreros. Por eso es impensable que la justicia yanqui termine con este negocio, sólo quiere aumentar la tajada de sus propias multinacionales.
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