La verdad es que la claque gobernante, que se ha construido desde la primera presidencia de Chávez, ha llevado las lacras del pasado a niveles inauditos, por lo que ha superado en ese campo particular a todos los gobiernos anteriores hasta 1959, para no irnos más atrás pues significaría entrar en un campo donde las comparaciones son más difíciles y parte de esa labor deberían asumirla los historiadores. Durante los períodos de Betancourt y Leoni, ante la sangrienta represión, asesinatos, torturas, desaparecidos, decíamos que los gobiernos democráticos habían superado la represión de la dictadura de Pérez Jiménez. Éste, además, había construido muchísimo más infraestructura que la gestión de los líderes máximos de AD. La comparación surgía del desaliento producido por una democracia que repetía e incrementaba los vicios dictatoriales que dijo enfrentar. Parece que no ha habido cambios en este sentido.
Luego vino el gobierno de Raúl Leoni, donde destacaron los asesinatos mediante el lanzamiento de los opositores desde helicópteros y aviones en pleno vuelo. Todavía se combatía en algunos sitios de Venezuela con una guerrilla sin poder, que fue a la lucha armada con programas político y económico similares a los de AD y Copei. Imagínense los lectores, cuál sería la escogencia del pueblo entre obtener lo mismo con elecciones cada cinco años o hacerlo por la vía de la lucha armada. Ésta estaba destinada al fracaso como en efecto ocurrió. Quizás algún nostálgico por allí, motivado por el sacrificio que hicieron miles de jóvenes, que dejaron estudios, familia, trabajo y las comodidades citadinas, por las privaciones, noches a la intemperie y el peligro de morir o ser herido, como en efecto ocurrió, pues las balas no eran de mentira, se moleste por lo que fríamente afirmo. La verdad es la verdad y hay que aprender de ella.
El programa del FLN-FALN contemplaba, entre otras cosas, la nacionalización de la industria petrolera y de las explotaciones de minerales en Guayana. En 1974 se concretó la reversión petrolera, adelantada 10 años por Carlos Andrés Pérez. La decisión nacionalizadora no requirió de ningún enfrentamiento armado, pero no fue valorada justamente por la izquierda revolucionaria que la calificó de “chucuta”; curiosamente, esos mismos callan hoy ante la desnacionalización hecha por Chávez y Maduro de la industria petrolera, con la creación de las empresas mixtas con transnacionales. Las industrias de Guayana habían arrancado con Pérez Jiménez en 1948 con la siderúrgica, luego el proyecto de electrificación del Caroní, el inicio de la represa de Macagua I en 1956 y la creación de la CVG en 1960 con Rómulo Betancourt.
Uno tras otro se sucedieron los gobiernos de AD y COPEI, en los que hubo demagogia, represión política, corrupción, cierto nepotismo, clientelismo partidista, actividades antisindicales, incompleta independencia de los poderes, acciones electorales fraudulentas, presiones indebidas sobre los medios de comunicación, desatención carcelaria, problemas hospitalarios, intervenciones universitarias, ineficacia gubernamental, burocratismo, para no hablar de cosas más importantes que hemos tocado en otras ocasiones. Chávez se alza contra todo este estado de cosas y promete corregirlo, para lo cual toma la idea de la Constituyente que venían manejando un grupo de venezolanos desde hacía tiempo. Se adueña de casi todos los escaños de la Asamblea Constituyente con sólo el 60 por ciento de los votos, ante la mirada atónita de los partidos, muy débiles como para enfrentarlo.
¿Qué nos dio Chávez? Las lacras anteriores, sólo que multiplicadas por cien. La burocracia a niveles increíbles (2,5 millones de empleados públicos), que les posibilita un control sobre estos y sus familias; las cárceles como sitios de violaciones, asesinatos desalmados, corrupción y pudrición total, con un último acto de envenenamiento de medio centenar de seres humanos, sin que nadie se dé por aludido. Los medios en manos del Estado y de testaferros y control rígido de los mismos. La represión política evidenciada en más de 3.000 enjuiciados por protestas callejeras, algo no visto en el Caracazo ni en los golpes de 1992; destituciones ilegales de alcaldes y diputados y sus enjuiciamientos, denuncias constantes de conspiraciones y magnicidios inexistentes, que permiten reprimir y encarcelar. La demagogia y la propaganda nos atosigan (alocuciones públicas numerosísimas) y han generado un gasto responsable de la crisis, al decir de Giordani. El nepotismo ahora extendido a toda la administración estatal.
Los poderes constitucionales controlados como nunca lo habían estado, la ineficacia es para coger palco (caída del puente de la autopista Caracas-La Guaira, la pudrición de miles de toneladas de alimentos importados, el teleférico de Mérida, la construcción de la vía del bus Caracas, los millones de huecos en las vías, la ausencia de control de los motorizados, irrespeto de las normas de tránsito, etc., etc.). Los hospitales no existen, la desatención de salud es terrible y la insalubridad campea (2,5 millones de casos de Chikungunya, Chagas urbano, 400 mil casos de malaria, 1 millón de dengue, lepra en el 30 % de ciertas poblaciones de Barinas). Intervención universitaria de años (suspensión de las elecciones de autoridades, cambios en la integración del claustro, agresiones a estudiantes y profesores con grupos parapoliciales). Peculado de uso en propaganda política y electoral, ventajismo y corrupción desatada sin culpables (FONDEN: $ 116 mil millones, CADIVI: $ 20 mil millones).
Hoy, el país está sin instituciones y dirigido por gente que aspira a quedarse eternamente en el poder. La discrecionalidad gubernamental y la avaricia no tienen límites. El cambio no pude ser volver a los niveles de vicios del pasado; el cambio pasa por vencer a quienes están en el gobierno y quieren permanecer y a quienes estuvieron y lo quieren recuperar.
La Razón, pp A-6, 4-1-2015, Caracas
Luego vino el gobierno de Raúl Leoni, donde destacaron los asesinatos mediante el lanzamiento de los opositores desde helicópteros y aviones en pleno vuelo. Todavía se combatía en algunos sitios de Venezuela con una guerrilla sin poder, que fue a la lucha armada con programas político y económico similares a los de AD y Copei. Imagínense los lectores, cuál sería la escogencia del pueblo entre obtener lo mismo con elecciones cada cinco años o hacerlo por la vía de la lucha armada. Ésta estaba destinada al fracaso como en efecto ocurrió. Quizás algún nostálgico por allí, motivado por el sacrificio que hicieron miles de jóvenes, que dejaron estudios, familia, trabajo y las comodidades citadinas, por las privaciones, noches a la intemperie y el peligro de morir o ser herido, como en efecto ocurrió, pues las balas no eran de mentira, se moleste por lo que fríamente afirmo. La verdad es la verdad y hay que aprender de ella.
El programa del FLN-FALN contemplaba, entre otras cosas, la nacionalización de la industria petrolera y de las explotaciones de minerales en Guayana. En 1974 se concretó la reversión petrolera, adelantada 10 años por Carlos Andrés Pérez. La decisión nacionalizadora no requirió de ningún enfrentamiento armado, pero no fue valorada justamente por la izquierda revolucionaria que la calificó de “chucuta”; curiosamente, esos mismos callan hoy ante la desnacionalización hecha por Chávez y Maduro de la industria petrolera, con la creación de las empresas mixtas con transnacionales. Las industrias de Guayana habían arrancado con Pérez Jiménez en 1948 con la siderúrgica, luego el proyecto de electrificación del Caroní, el inicio de la represa de Macagua I en 1956 y la creación de la CVG en 1960 con Rómulo Betancourt.
Uno tras otro se sucedieron los gobiernos de AD y COPEI, en los que hubo demagogia, represión política, corrupción, cierto nepotismo, clientelismo partidista, actividades antisindicales, incompleta independencia de los poderes, acciones electorales fraudulentas, presiones indebidas sobre los medios de comunicación, desatención carcelaria, problemas hospitalarios, intervenciones universitarias, ineficacia gubernamental, burocratismo, para no hablar de cosas más importantes que hemos tocado en otras ocasiones. Chávez se alza contra todo este estado de cosas y promete corregirlo, para lo cual toma la idea de la Constituyente que venían manejando un grupo de venezolanos desde hacía tiempo. Se adueña de casi todos los escaños de la Asamblea Constituyente con sólo el 60 por ciento de los votos, ante la mirada atónita de los partidos, muy débiles como para enfrentarlo.
¿Qué nos dio Chávez? Las lacras anteriores, sólo que multiplicadas por cien. La burocracia a niveles increíbles (2,5 millones de empleados públicos), que les posibilita un control sobre estos y sus familias; las cárceles como sitios de violaciones, asesinatos desalmados, corrupción y pudrición total, con un último acto de envenenamiento de medio centenar de seres humanos, sin que nadie se dé por aludido. Los medios en manos del Estado y de testaferros y control rígido de los mismos. La represión política evidenciada en más de 3.000 enjuiciados por protestas callejeras, algo no visto en el Caracazo ni en los golpes de 1992; destituciones ilegales de alcaldes y diputados y sus enjuiciamientos, denuncias constantes de conspiraciones y magnicidios inexistentes, que permiten reprimir y encarcelar. La demagogia y la propaganda nos atosigan (alocuciones públicas numerosísimas) y han generado un gasto responsable de la crisis, al decir de Giordani. El nepotismo ahora extendido a toda la administración estatal.
Los poderes constitucionales controlados como nunca lo habían estado, la ineficacia es para coger palco (caída del puente de la autopista Caracas-La Guaira, la pudrición de miles de toneladas de alimentos importados, el teleférico de Mérida, la construcción de la vía del bus Caracas, los millones de huecos en las vías, la ausencia de control de los motorizados, irrespeto de las normas de tránsito, etc., etc.). Los hospitales no existen, la desatención de salud es terrible y la insalubridad campea (2,5 millones de casos de Chikungunya, Chagas urbano, 400 mil casos de malaria, 1 millón de dengue, lepra en el 30 % de ciertas poblaciones de Barinas). Intervención universitaria de años (suspensión de las elecciones de autoridades, cambios en la integración del claustro, agresiones a estudiantes y profesores con grupos parapoliciales). Peculado de uso en propaganda política y electoral, ventajismo y corrupción desatada sin culpables (FONDEN: $ 116 mil millones, CADIVI: $ 20 mil millones).
Hoy, el país está sin instituciones y dirigido por gente que aspira a quedarse eternamente en el poder. La discrecionalidad gubernamental y la avaricia no tienen límites. El cambio no pude ser volver a los niveles de vicios del pasado; el cambio pasa por vencer a quienes están en el gobierno y quieren permanecer y a quienes estuvieron y lo quieren recuperar.
La Razón, pp A-6, 4-1-2015, Caracas
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