domingo, 27 de julio de 2014

Responsabilidades en la sobrevivencia de Sidor

Correo del Caroni
Héctor Lucena
27.07.2014 



El conflicto entre Sidor y sus trabajadores se exacerbó esta semana, por un lado los trabajadores llevaron sus acciones a la calle incidiendo en el funcionamiento de la ciudad y el desenvolvimiento de los ciudadanos. Como reacción el Gobierno envía una misión ínter ministerial y a la cabeza el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, quien no podría reconocerse que actuaba en función del Parlamento, ya que en este cuerpo el problema a pesar de su importancia no había sido parte de su agenda.

Lo controversial de la intervención del presidente de la Asamblea Nacional fue que se caracterizó por insultos y descalificaciones a los directivos sindicales y a los sidoristas en general.


Cierto que la protesta se fue a la calle, generando dificultades a la comunidad. Pero las autoridades públicas se abstuvieron de intervenir, a pesar que otras protestas y otros sectores con menor alteración del funcionamiento de la ciudad, sí habían sido controladas. Se pensaría que al colocar en la zona a una comisión de tan alto nivel, un sindicato que es dirigido por corrientes oficialistas acataría las órdenes gubernamentales o del partido oficial. Al menos las tres principales fuerzas en el sindicato hacen más del 90% del comité ejecutivo. De todos modos la protesta en la calle se contuvo, habida cuenta de una invitación ministerial a negociar para fecha cercana.

Varios desaires recientes por parte de la empresa, había igualmente exacerbado la conflictividad. Por lo demás un contrato con cuatro años de vencido, y promesas diversas incumplidas levanta y mantiene la incertidumbre. Agréguese que la empresa ha cambiado de presidente casi todos los años, generando retrocesos y contratiempos en las relaciones laborales.

Que la comisión estatal la encabezara el propio presidente de la Asamblea Nacional, que en un período fue miembro de la propia Junta Directiva de Sidor y que por otra parte reconociendo que hay una deuda de este cuerpo parlamentario en darle espacio a tantos problemas de envergadura que ha mantenido una empresa, que por muchos años fue la segunda fuente de generación de divisas para la economía venezolana, es al menos una oportunidad para que todos los actores involucrados miraran con atención su participación. Pero esta oportunidad hasta ahora parece no aprovechada.

La Asamblea Nacional ha tenido la oportunidad a atender varios escándalos ocurridos en esta empresa, y en general de las empresas de la CVG, que viven un alto nivel de conflictividad laboral desde hace años, y que se desenvuelven en condiciones de subsidio y precariedad productiva y laboral en general. Solo ver los informes en la memoria y cuenta del Ministerio del Poder Popular de Industria que entrega a esta asamblea y ver ahí los resultados año tras año, daban toda la justificación para asumir un debate, análisis e investigación desde tan importante poder público.

Además otros escándalos como descubrimiento de mafias de la cabilla y de los productos que Sidor manufactura, desviaciones de productos, mercado negro de precios, comisiones irregulares, todos casos de daño a la empresa, a sus trabajadores y a la nación, han pasado de largo al interés y preocupación de poderes públicos, incluyendo la Asamblea Nacional.

En los últimos tiempos una exacerbada violencia en los medios laborales, que empezó en la industria de la construcción, con la práctica de violencia armada contra dirigentes y trabajadores, sea en los espacios productivos o comunitarios, también se ha extendido a personas de las empresas estatales, como el caso de Sidor, y llama la atención que todo esto no ha conmovido al parlamento, a asumir una mínima preocupación por tratar tales anormalidades.

El mismo proceso de negociación del convenio colectivo, que en semanas pasadas fue llevado al propio Palacio del Poder Ejecutivo, Miraflores, luego de una de las sesiones, un miembro de la delegación sindical -el Gordo Bayón- que fungía de mediador, procesado con régimen de presentación y prohibición de salida del estado Bolívar y también procedente de los medios sindicales de la construcción, fue asesinado y no ha pasado nada.

Son complejos y contradictorios los factores que complican la negociación del convenio colectivo. A todo ello hay que agregar que la empresa acusa problemas agudos de atraso tecnológico, de fallas de infraestructura, de logística, de imposición de precios por debajo de los costos, de recarga de tareas sociales que limitan el quehacer productivo, alto número de trabajadores en tareas no productivas, pero engrosando la nómina de personal, militarización continuada de actividades que demandan especialización y profesionalismo específicos, asignación de altos cargos al margen de trayectoria, competencias y méritos en el mundo laboral; y finalmente surge una nueva incertidumbre relacionada con la propiedad y sostenibilidad de la empresa.

Una organización productiva en situación crítica como es el presente caso, que no parece auto sustentarse en lo inmediato aún con todo el esfuerzo de buena parte de la población trabajadora, por sometimiento e imposiciones gestoras erráticas y no participativas que estrangulan sus posibilidades, lo que lleva a requerir de subsidios para funcionar, plantea un exigente panorama a todos los que ahí trabajan y tienen vínculos con estas empresas. Para ellos reflexionar, reconocer realidades y liberarse de esquemas fracasados de conducción son opciones ineludibles de sobrevivencia.

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