lunes, 2 de junio de 2014

La sublevación de los cuerpos bellos



Por: Yosjuan Piña

02/06/2014

El mamimeo criollo le quita “la fealdad” al chavismo. Gigi Zanchetta, Layla Succar, Daniela Cabello se encargan de ello. Una concentración de queratina, rubio platino y un poquitico de botox. La hipersexualidad de cuerpos femeninos perfectos producidos en socialismo con el remanente de corporalidades amamantadas por las telenovelas de Leonardo Padrón, se tongonearon en la canción del Mundial 2014 producida por Teves.

La textualidad de esos cuerpos que se mueven alabando la copa del mundo comunica no sólo una apología a la industria deportiva que arrasa con las economías de países periféricos, también muestra la ideología de los cuerpos, nada diferente a la explotación hetero-patriarcal de la industria capitalista. La erotización en el mercado que sexualiza zapatos, placenta de oveja, cervezas y grifos para la ducha, con la trilogía perfecta: tetas de 900 cc –culos pinchados -y ese no se qué, que es el mamimeo venezolano, que se expresa al inclinar el rostro, colocar la mano en la cintura al momento que alguien diga: ¡foto pal feisbu!


La erotización del cuerpo femenino y la belleza blanca en el video de Teves sobre el mundial, pasa por reproducir la mujer florero, esa que adorna, que posa, que toma el balón con sutileza para no dañar sus uñas de gel, sonríe con una dentadura perfecta pero no sonríe demasiado para no comprar a temprana edad crema anti-age. Es la mujer que no tiene fuerzas para patear un balón. Reina Lucero, que es una señora gorda, Rodbetxa que tiene cabellos rizados y también Lucía Valentina son la responsabilidad social del canal. Estéticas inapropiadas, con algo que oculte las imperfecciones. Lentes de sol para la niña, esto garantiza que la “Revolución es bonita”.

Las soberanías sexuales y corporales pasan por pensar cuándo un cuerpo nos resulta sexy y cuando no. Con toda la manufactura de belleza que tenemos y que deseamos, no me excluyo de esta colonización de la estética. Es jodido, pero no es imposible producir, recrear, nuevas formas de organización de lo posible en los cuerpos que tenemos, que deseamos, en las formas, en los aromas de placer y las visualidades de displacer: lo gordo, lo “amorfo”, lo negro, lo no depilado, lo raro, lo incómodamente bello a lo que no estamos acostumbrado, mientras la corona del Miss Venezuela siga en nuestros imaginarios.

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