martes, 25 de marzo de 2014

Encuentro Sindical y Popular: Un primer paso para movilizarnos y reconocernos


Por: Juan La Rosa y Robzayda Marcos
LaGuarura.net


Asistimos al Encuentro Sindical Popular con el entusiasmo de confluir en el debate abierto y profundo que nos debe comprometer integralmente, militantemente con la crisis política, económica y social en la que estamos inmersos, asistimos rechazando lo que llamamos la polarización del poder, en la que se fraguan acuerdos a los que no estamos invitados, porque después de quince años de gobierno bolivariano los mandos de la dominación solo reconocen dos exitencias sociales y políticas, “la sociedad civil” y el “pueblo chavista y bolivariano”.


Para el poder no existen otros lugares sociales y así mismo todo lo que nos sucede a los que luchamos en la selva, en los campos y montañas, en los desiertos de la Guajira, en las tierras de inundación del alto llano, en la lucha obrera clasista de las fábricas, en la lucha por los derechos y contra la impunidad, los que resistimos contra los acuerdos que el gobierno y los empresarios hacen con el capital trasnacional, como en el caso de la Mitsubishi y la Civetchi.

Todos los que luchamos no estamos, no existimos, y por lo tanto no salimos en televisión, porque las pantallas públicas y privadas solo se están para una polarización donde los sujetos son actores mediáticos construidos y operados a capricho de sus dueños, sean los del Gobierno del militarismo corporativo o los de las élites del capitalismo financiero y maquilero venezolano.

La mayor parte de nuestros hermanos encontrados venían, así lo esperábamos del campo sindical y de la lucha obrera clasista por los derechos de los trabajadores fabriles y del servicio público, escuchamos atentamente el parte de luchas, los desmantelamientos de las organizaciones sindicales, del fraccionamiento de las corrientes clasistas ante los mecanismos clientelares de captación ejercidos desde el estado, el parte de hombres y mujeres asesinados y encarcelados. Escuchamos para aprender lo que ha sido el debate en el seno del movimiento sindical venezolano en los últimos años, conscientes de que ahí estaban presentes parte fundamental de lo que aún persiste con consecuencia al lado de l@s trabajador@s de este país.

También asistieron organizaciones partidistas y colectivos de vanguardia y colectivos de trabajo social, grupos de afines, gremios, asociaciones de derechos humanos y sociales, estudiantes, todos vinieron a contar su historia y a decir sus convicciones, a todos los escuchamos.


Un signo fundamental de este encuentro es que pudieron reunirse desde herman@s que han tenido o que ya tienen una abierta ruptura con el gobierno, denunciando su farsa desde la izquierda, hasta chavismo de base descontento que por su consecuencia con los suyos se enfrenta a las políticas del gobierno y a la consertación de este con el capital. las diferencias de enfoque fueron palpables, los que asistimos como parte de la lucha indígena les recordamos que la visión del trabajo tiene un orden distinto en nuestros pueblos y que en ningún caso, ni por la emancipación, ni por la revolución pensamos ser parte de un proceso que nos diluya y nos trague desde el modelo colonial europeo que desconsideradamente se revela en el discurso de la izquierda marxista, sin embargo, lo dijimos y fuimos aplaudidos con mucha alegría.

Creemos que este encuentro nos va a dar a todos, incluso más allá de los que asistimos la posibilidad inicial de movilizarnos y reconocernos, si y sólo si, rompemos las reglas de nuestro propio juego, si nos permitimos escucharnos y reconocernos incompletos en necesidad del otro afín que nos completa en la acción política, y en las ideas que se fraguan al calor de la experiencia. No es tiempo de decirle a nuestros hermanos que lo sabíamos, no es tiempo de decirle a nadie lo que tiene que hacer y mostrarle a nuestros hermanos al dios de la razón, Es tiempo de escuchar y escucharnos, de permitir y permitirnos reconocernos en una crisis política que nos es común, no para regodearnos ante el puro debate, sino para retomar la lucha por la dignidad que nos ordena la voluntad de cambio y de emancipación de nuestros pueblos. Voluntad golpeada y desmantelada por el poder que precisamente requiere su replanteamiento y rearme político y cultural y que no va a suceder sino a partir de un diálogo insurgente y decisivo en los lugares y en la carne de los oprimidos.

El método de debate no nos gustó, pero nos es familiar, es una herencia de la izquierda hablar y decir sin atender lo que nos tienen que decir, porque es un vicio perro, colonial, el saber de antemano pa´ donde vamos. Se le dió mucho tiempo a los discursos y saludos y poco al diálogo. Lo importante en todo caso es que nos quedamos con ganas de seguir conversando.

En estos quince años va quedando cada vez más definida la convicción de una soberanía que no debe delegarse ni entregarse a ninguna administración o representación, que si somos capaces de lucharla y diseñarla no podemos volver a entregarla a nada ni nadie que nos niegue y sustituya.

Para que esa convicción ” encienda la pradera”, debemos revisar nuestra cultura de la movilización, no iremos muy lejos si nos conformamos con acuerdos de dirección y de vanguardias, no iremos muy lejos si la palabra madura lejos de las comunidades y de los trabajadores. la movilización que iniciamos debe restablecer un lugar y una palabra política de los pueblos, profundamente compartida, y eso es solo posible recuperando lo que fue interrumpido, el diálogo de nosotros con nosotros mismos.



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