domingo, 26 de enero de 2014

Los absurdos que he leído

Luis Fuenmayor Toro

De nuestros políticos, aspirantes a políticos y sus simpatizantes, uno puede leer cualquier disparate. El “exceso de ignorancia” se nos presenta a diario en artículos, declaraciones, discursos y en las conversaciones ordinarias. Con ese nivel de preparación no es de extrañar que Venezuela esté como está. No leen, nunca han estudiado, sólo ven novelas televisivas, pero se creen con el derecho de descalificar a quienes se les ocurra, de efectuar proposiciones absurdas y de lamentarse de la actitud de los demás. Acabo de leer a una compatriota que critica que los venezolanos hablen de sus dólares, porque no han trabajado para producirlos, pero no se inmuta ante el uso negligente, dispendioso y corrompido que, de cientos de miles de millones de dólares, ha hecho un grupo menor que el número de los dedos de una mano. Mientras los “raspatarjetas” son egoístas suicidas, quienes administran las divisas son los nuevos próceres de la patria para esta persona.

También he leído propuestas inauditas, que cambiarían nuestro modelo económico y constituirían el inicio de la industrialización del país, la producción interna y la soberanía. Fue un iluminado que escribió que teníamos que industrializarnos pero con pequeñas y medianas empresas, lo cual está en sintonía con las ideas de “El Gigante”; seguro que es parte de su legado. Para ser consecuentes con este nuevo genio del desarrollo sostenible deberíamos cerrar las operaciones de PDVSA, pues se trata de una gran industria que interfiere con el crecimiento de Venezuela. ¿Desarrollo de la petroquímica? ¿Producción industrial de químicos orgánicos? ¿Astilleros? Nada de eso. Tenemos que transformarnos en una “potencia” industrial mediante la producción de jalea de guayaba, tortas de casabe, picante de bachaco culón, suero de leche, artesanías aborígenes, trompos y perinolas, areperas socialistas y empresas por el estilo. Ah… Nada de Sukhois, arcos y flechas con curare para la Fuerza Armada.

Hay otro genio que aborda el tema de la organización social y, como su apellido es alemán, decide que hay que acabar con Venezuela, pero en forma más eficaz que la utilizada en Bolivia, cuyo territorio ha sido dividido entre una treintena de etnias aborígenes y decenas de parques nacionales intocables. Hay que crear las comunas, pero cada una como una nación independiente, totalmente autosuficiente, con su producción, su comercio y sus servicios auto administrados; no recuerdo si tendrían también sus propias monedas, si controlarían solos sus problemas de salud con todo lo requerido, desde ambulatorios hasta hospitales complejos; si tendrían escuelas y universidades y cada una su canciller para las relaciones con las otras comunas y con el resto del mundo, además de ser lores protectores de sus estados Miranda, que todas deberían tener uno. Venezuela dividida en miles de parcelitas… División que luego se extendería al resto de Latinoamérica. El sueño de las potencias capitalistas. A lo sumo, este genio acepta que quizás se requiera de una sola fuerza armada. ¿Para quién trabajará?

Éstas son las últimas creaciones con las que me he encontrado. A las mismas hay que añadir las invenciones manipuladoras del Gobierno, que supongo no las cree pero las difunde para desentenderse de sus obligaciones. Así, los acaparadores son quienes crean la escasez, pues ésta no tiene nada que ver con la falta de producción sino con la falta de policías; los especuladores son los responsables de la inflación, ya que la misma no es producida por el exceso de dinero inorgánico circulante. Según los novedosos estudios monetarios del gobierno, las capas medias con sus viajes y sus tarjetas son las causantes de la falta de dólares y del precio altísimo del dólar negro, nada que ver con la baja de los ingresos de PDVSA, ni con el gasto demencial gubernamental, ni el traslado de una inmensa riqueza a manos particulares; no hay inseguridad sino sensación de que nos están matando, secuestrando, hiriendo, robando, violando y otras sensaciones generadas por el imperio y los hoy ya inexistentes medios opositores.

Y son muchos quienes se creen estos disparates. Algunos, con doctorados en países desarrollados, profesores titulares estudiosos, críticos hasta la obsesión en el pasado… Pero aparentemente tan susceptibles de ser víctimas de los prejuicios y el fanatismo como la gente con menor formación y educación.



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