miércoles, 23 de octubre de 2013

Opinión: Entre contrabandistas y wayuu


Douglas Zabala
El Libertario


Mucho antes de la llegada de Alonso de Ojeda, ya los wayuu arrastraban con todo lo que conseguían para la otra parte de su territorio, ahora dividido por líneas imaginarias, encajadas en las cabezas de quienes inventaron los mapas, rayas y fronteras. De manera que ningún alijuna por muy enchufado que esté, va a venir como quien descubriera el agua tibia, a decirle al país que ellos si acabaran con esa tradición milenaria, adherida a nuestros guajiros como el propio sol, que en esas tierras achicharra a sus chivos, cardones y tunas.


Nadie puede negar la actitud conciliadora asumida por el gobernador Arias Cárdenas, una vez que se vio rodeado de camiones, chirrincheras, chinchorros, mujeres, ancianos y jóvenes indígenas, clamando un trato justo y equitativo, a lo que ha sido prácticamente su principal modo de vida, impuesto por el olvido de los gobiernos de la etapa cuarta republicana y en menor grado por la reciente administración bolivariana, los cuales a pesar de sus discursos rimbombantes acerca de la defensa de los pueblos originarios, aun persiste la falta de políticas estatales, en aras de logra un desarrollo productivo, armónico con su medio ambiente y sus costumbres.
Anunciar como Comandante en Jefe la creación del Estado Mayor Fronterizo y la inmediata activación de la Fuerza de Tarea Conjunta Fronteriza, Cívico – Militar, como mecanismo perfecto contra el contrabando, para después dejarse tomar la sede principal del gobierno regional, regentada por el que precisamente el 4 de febrero, también la asaltó exitosamente, es rayar en el ridículo, sobre todo para quien se jacta desde Miraflores, haberse tragado los tratados militares de Sun Zu, Karl Von Clausewitz y hasta las revolucionarias lecciones de guerra de guerrillas, aprendidas de Fidel, el Che y por no dejar del Comandante Fausto.

La última vez que nuestro presidente amenazó con aislar las mafias que dirigen desde Maicao el desabastecimiento diario, producido en nuestra ciudad capital, precisamente olvidó meter en ese mapire, al famoso clan, por cierto no indígena, sino de Generales, Coroneles, Capitanes y hasta Cabos de Guardia, que todo los días pasan y dejar pasar caravanas de gandolas, camiones, bongos y chalanas, rumbo hacia Colombia, cargados de todos los productos vendidos en Mercal y de cualquier tipo de combustible bombeado hasta la última gota, desde las corruptas válvulas de la pedevesa roja rojita.

De nada ha servido el fracasado chip de alimentación y menos todas estas alharacas compulsivas, acerca de los controles para erradicar este flagelo de la escasez de alimentos. Quince años fortaleciendo a las burguesías agro alimentarias de América latina y las del propio imperio, producto de las importaciones masivas derivadas de una economía socialista de puerto, aliñada con una persecución y segregación de los sectores productivos nacionales, son las causa reales y originarias del resurgimiento del contrabando de extracción y del bachaqueo maicaero – militar.

Somos los primeros habitantes del ombligo de la tierra. Somos perpetuos y felices viajeros a la luz del sol y de la luna, después que Juya fecundó abrojos sobre la tierra y Ma’leiwa tapizó el suelo materno con flores amarillas. Ha palabreao José Ángel Fernández Silva, poeta de esas tierras áridas. Y así será por los milenios que vendrán; de tal modo que pierden su tiempo los gobernantes de turno en tratar de evitar ese lleva y trae de bravos bachacos por la nación Guajira.

Los contrabandistas son otros y eso lo saben desde los tachoncitos que llenan las bolsas en los mercados Bicentenarios hasta los wayuu enchufados de Calixto Ortega, el Padre Vidal y Noheli Pocaterra.



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