A finales del mes de octubre la periodista Diana Ovalles publicaba en medios estatales la nota “Monsanto entró a Venezuela por la puerta de la Asamblea Nacional”, en donde alertaba cómo la conocida compañía de biotecnología agrícola y patentes de semillas, responsable de la agricultura genéticamente modificada en el mundo, hacía acto de presencia en el país.
Según el escrito (http://www.ciudadccs.info/?p=351177) la compañía había participado en un derecho de palabra ante la Asamblea Nacional mediante su representante en Asuntos Gubernamentales para América del Sur, el Caribe y región Andina, Rafael Aramendis, “quien fue recibido por el diputado Ricardo Gutiérrez, del partido opositor Podemos”.
Más adelante, citando a un denominado “Frente Nacional Antitransgénicos”, se agrega: “Monsanto ya goza de buenas relaciones con algunos diputados de la oposición; así como con una amplia red de investigadores en centros científicos gubernamentales y grupos empresariales privados como Empresas Polar (…) Cuenta además, con amplio respaldo en sectores empresariales afiliados a Fedecámaras como Fedeagro”. El reportaje sugiere que quienes promueven el uso de transgénicos en Venezuela se encuentran exclusivamente en el sector privado y opositor, mientras que quienes se le enfrentan están del lado bolivariano.
¿Esto es así?
Nuestra intención con este texto, para dejarlo claro, no es defender ni a los empresarios ni a los representantes de los partidos políticos opositores, pues con seguridad casi todas las acusaciones en su contra son, y deben ser, ciertas. Por el contrario, el objetivo es demostrar que el negocio transgénico ha sido promovido en Venezuela, también, por el propio gobierno bolivariano. En este, como en muchos otros temas, no hay un gobierno bolivariano “bueno” contra un sector no estatal “malo”, sino empresarios en ambos lados que hacen negocios a costa de la salud de la gente y la biodiversidad de la naturaleza.
Medias verdades, mentiras completas
El reportaje de Ovalles remite a información extraída del sitio web Monsanto para la región andina (http://monsantoandino.com). Allí se recoge que la presencia de Monsanto en Venezuela no es ni inminente ni de fecha reciente, como sugiere el texto, sino que ya tiene unos cuantos años: “A comienzos de los 70’s Monsanto se establece en la región andina (Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú) comercializando las marcas Avadex, Roundup, Machete, Látigo, Lazo a través de distribuidores nacionales”. Según la web para 1998 “Monsanto adquiere la división de Maíz de la compañía CARGILL, compañía con una importante presencia en Venezuela. Con esta adquisición Monsanto fortalece su línea de negocios de semillas”. Para el 2002 “El producto Roundup Spectra se lanza en el mercado venezolano”. En 2005 “Monsanto Co. adquiere la compañía Seminis Inc., líder mundial en la industria de semillas de vegetales y frutas con una importante presencia en los mercados peruano y venezolano”. Además, en 2008 “Monsanto Compra la compañía centroamericana Semillas Cristiani Burkard con operaciones de distribución en Colombia y Venezuela”. En este sentido, como reconoce la revista de la Facultad de la Facultad de Agronomía de la Universidad del Zulia: “los híbridos comerciales de maíz Cargill 633, Himeca 2003 y Pioneer 3031 –están- ampliamente sembrados en el oriente del país” (http://www.revfacagronluz.org.ve/PDF/suplemento_diciembre_2011/v28supl1a2011pv_359.pdf).
Una segunda media verdad del texto de Ovalles es la afirmación que Monsanto fue recibido y atendido, exclusivamente, por un diputado “de la oposición”, Ricardo Gutierrez, de Podemos.
Lo que “olvida” la periodista es su cargo de presidente de la Comisión Permanente de Desarrollo Económico, cosa que sí dice la nota de prensa oficial de la Asamblea Nacional, citada convenientemente a medias. La periodista sugiere que Podemos, en bloque, propone “debate sobre el uso de los transgénicos en la agricultura venezolana”, omitiendo que, junto a dos diputados del MVR (sic) y el PPT, Bernardo Jiménez de Podemos “expresaron su desacuerdo con el uso de esta tecnología, al aseverar que no se puede analizar este tema como un asunto de ahorro, sino de las consecuencias para el ser humano, así como los daños al ambiente por los químicos usados para este tipo de cultivo, e incluso argumentaron que los campesinos le han declarado la guerra a los transgénicos”.
Un segundo dato relevante, no mencionado por Ovalles, es que un ex diputado chavista -por el MVR y el PPT-, Pedro Solano, era el acompañante del representante de Monsanto en su derecho de palabra al parlamento. Solano expresó frases memorables, curiosamente no de interés para Ovalles: “Si somos actualmente consumidores de transgénicos, por qué no producirlos y garantizar la seguridad alimentaria del futuro. EEUU ya no exporta maíz porque lo usará para el etanol, allí Venezuela tiene un mercado importante para explotar”. Según Solano, no sería por la intermediación de Fedecámaras que se implementarían los planes, sino por la de los propios entes del Estado: “En cuanto a los altos costos de esta tecnología, asegura que la empresa está dispuesta a hacer convenios con productores de semilla, sorgo y arroz, a través del INTI o Fondafa”. No hay que buscar mucho por internet para descubrir que Solano es un próspero productor de cereales en Guárico (http://www.fedeagro.org/comunica/noticias_detalle.asp?id_noticia=46) y que históricamente ha defendido los derechos de su gremio, los latifundistas (http://www.asambleanacional.gob.ve/index.php?option=com_content&view=article&id=7000&lang=es). La relación del “camarada” Solano data, por lo menos, del año 2004 (http://www.aporrea.org/actualidad/n16733.html)
Transgénicos y resistencia
En el año 2004 el ministro de agricultura y tierras Arnoldo Márquez confirmaba que Venezuela importaba soya transgénica: “Quiero informarles que la mayoría de la soya que importamos para el consumo animal es transgénica, toda la de Bolivia que es nuestro principal suplidor es transgénica, la de Brasil y de Argentina también y eso desde ya más de 15 años” (http://www.aporrea.org/actualidad/n16733.html). De Argentina, precisamente, en el año 2007 el gobierno bolivariano realizó diferentes acuerdos comerciales con el empresario latifundista Gustavo Grobocopatel, representante de Monsanto para el país austral, para sembrar un millón de hectáreas de soya en el país. Parte del negocio era la inauguración de una “Planta de bebidas saborizadas de soya”, la cual se realizó el 22 de marzo de ese año en El Tigre, estado Anzoátegui. Aquella denuncia solitaria fue publicada en El Libertario # 50, julio-agosto del 2007 (http://www.nodo50.org/ellibertario/libertarios/libertario50.html)
La lucha contra los alimentos modificados genéticamente (OGM), a diferencia del resto del mundo, no se ha planteado en el país. Una de las causas es la división y cooptación del movimiento ambientalista local, por lo que los planes extractivistas y depredadores de la naturaleza han avanzado en la última década entre nosotros, literalmente, sin resistencia. Los problemas ecológicos rompen la falsa polarización de la pugna entre las dos burguesías, pues sus consecuencias nos atañen a todos los oprimidos y oprimidas. Nunca es tarde para comenzar a construir tejido social y autonomía en nuestros movimientos sociales. Pero para ello hay que asumir el debate con honestidad y sin sesgos, llamando a las cosas por su nombre.
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