Por: Miguel Cabrera
El drama del PSUV
Carabobo y Táchira. ¿Como vamos… vamos bien?
Los actos proselitistas del oficialismo en los estados Carabobo y Táchira, son más que elocuentes del drama interno que hoy vive el proyecto político organizativo del chavismo, encarnado en el PSUV.
La frase proferida en el acto electoral de Valencia en la que sentenció que “No se trata de Lacava o de Ameliach, yo he dicho Ameliach para la Gobernación de Carabobo …Ustedes verán” o la afirmación hecha en San Cristóbal la semana pasada en la que reconoce que “Una de las razones por la que se perdió la gobernación hace 8 años fue la división interna de las filas revolucionarias en Táchira, que protegen sus intereses personales antes que los del pueblo, eso se llama traición a la revolución, traición al pueblo y traición a Chávez“, reflejan de cuerpo entero la crisis del aparato político de gobierno.
Nicolás Maduró y Tareck El Aissami, anunciados el año pasado como candidatos para las gobernaciones de Carabobo y Táchira, no lo serán, según la nueva disposición del Presidente Chávez, quien con toda seguridad se logró convencer que sus nombres no tienen el arrastre para aglutinar a los votantes identificados con el proyecto chavista-burgués.
Pero también por el hecho insoslayable que las facciones tienen hoy por hoy un peso específico en el aparato de Estado, en el PSUV, en las regiones y en las localidades, lo que les permite tener cierta capacidad de regateo ante el Presidente Chávez, como se lo ha hecho saber la cúpula del partido este domingo al recomendarle al Presidente que no postule candidatos a la gobernación y más bien se concentre en la re-elección del próximo 7 de octubre.
Encuestas vs realidad
De las encuestas a la realidad media una distancia apreciable. La larga cadena de momentos de crisis e incluso de rupturas sufridas por el PSUV en Apure, Monagas, Lara, Carabobo, Táchira o Amazonas, para solo mencionar los más sobresalientes, validan la tesis de la posibilidad de la derrota electoral del Presidente Chávez el próximo 7-O.
Tendencia que se robustece con el crecimiento de la franja denominada “voto blando” del PSUV, considerado como aquel sector chavista que asocia la mala gestión de gobernadores y alcaldes con las políticas del gobierno central y que prefiere abstenerse en octubre antes que seguir calándose las promesas incumplidas, la pésima gestión del gobierno, la ineficiencia, la burocracia y la corrupción.
El camino de la lucha y la protesta
Es obvio que las autocríticas enunciadas por el Presidente Chávez sobre el abandono a Puerto Cabello, los problemas de vialidad, la parálisis de obras como las del Metro y el ferrocarril, las angustias que viven las poblaciones asentadas en la costa oriental del lago o el drama nacional de la inseguridad, sintetizan la batalla campal que se vive al interior del PSUV, a la vez intentan ser utilizadas como el jabón que lave la cara al Presidente Chávez en vísperas de las elecciones del 7-O.
¿Le alcanzará al gobierno esta fórmula para atajar a la masa de votantes que hoy prefiere abstenerse o apoyar la otra candidatura oligárquica encabezada por Henrique Capriles Radonsky? Sin duda esto es imposible de determinar y sólo se sabrá al final del conteo de los votos el próximo 7 de octubre; pero lo que si se viene ratificando en los hechos es que un amplio sector de la población ha tomado el camino de la lucha y la protesta para exigir a quien corresponda la satisfacción de sus demandas.
Las estadísticas (no encuestas), sobre los eventos de protestas en lo que va corrido de los primeros siete meses del 2012 son categóricas. Las luchas crecen, acompañadas de los primeros síntomas de una corrimiento hacia la izquierda de franjas de la población, que ante la encrucijada política que vive el país, miran hacia otro lado, encontrando y empezando a simpatizar con las propuestas de Orlando Chirino y del PSL, que por la calle del medio ofrece otra opción claramente distinta, al proponer que son los trabajadores quienes deben gobernar al país.
La exitosa inscripción de numerosos candidatos provenientes de los sindicatos, de los sectores populares y estudiantiles, y de mujeres luchadoras a los consejos legislativos regionales hechas por el PSL la semana pasada, son un claro indicio de este embrionario fenómeno. Aún queda tiempo de aquí al 7 de octubre, para que miles de venezolanas y venezolanos abracen la única alternativa que propone un programa de soluciones a los anhelos del pueblo venezolano expresados desde el alzamiento popular de febrero de 1989
conocido como “el caracazo”.
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