20 de julio de 2012
Hace setenta y cinco años la ciudad española de Guernica fue
bombardeada y quedó reducida a escombros. Este acto brutal inspiró a uno de los
más grandes artistas del mundo a realizar una pintura a la que dedicó tres
semanas de trabajo frenético. En un óleo de 3,50 × 7,80 metros, el “Guernica”
de Pablo Picasso muestra en forma cruda los horrores de la guerra, reflejados
en los rostros de las personas y los animales. No resultó ser el peor ataque de
la Guerra Civil española, pero se convirtió en el más famoso gracias al poder
del arte. El impacto de las miles de bombas lanzadas sobre Guernica, del fuego
de las metralletas disparadas desde las aeronaves contra los civiles que
intentaban huir del infierno se pueden sentir aún hoy en los sobrevivientes que
comparten con entusiasmo sus recuerdos vívidos y también en los jóvenes de
Guernica, que luchan por forjar un futuro para su ciudad alejado de su dolorosa
historia.
La Legión Cóndor de la Luftwaffe (la Fuerza Área
alemana durante la Alemania nazi) realizó el bombardeo a pedido del General
Francisco Franco, que encabezaba una rebelión militar contra el gobierno
democráticamente electo de España. Franco procuró la ayuda de Adolf Hitler y de
Benito Mussolini, que estaban muy entusiasmados con poner en práctica las técnicas
de guerra modernas contra los indefensos ciudadanos españoles. El ataque contra
Guernica fue la primera vez en la historia europea que una ciudad civil fue
destruida por completo mediante un bombardeo aéreo. Si bien las casas y las
tiendas fueron destruidas, varias fábricas de armas, un puente de importancia
clave y las líneas ferroviarias quedaron intactos.
Activo y lúcido a los 89 años de edad, Luis Iriondo
Aurtenetxea se sentó junto a mí en la oficina de la organización Gernika
Gogoratuz, que en vasco significa “Recordar a Guernica”. El vasco es un idioma
antiguo y un elemento fundamental de la férrea independencia del pueblo vasco,
que ha vivido durante miles de años en la región fronteriza entre España y
Francia.
Cuando Guernica fue bombardeada Luis tenía 14 años y
trabajaba como asistente en un banco local. Era día de mercado, por lo que todo
el mundo estaba en la cuidad, la plaza del mercado estaba repleta de gente y de
animales. El bombardeo comenzó a las 16.30 horas del 26 de abril de 1937. Luis
recuerda: “No terminaba nunca. El bombardeo seguía y seguía así. Hasta tres
horas y media de bombardeo. Cuando terminó, salí del refugio y todo el pueblo
estaba ardiendo, todo era fuego”.
Luis y otras personas huyeron hacia al pueblo vecino de
Lumo, en la cima de la colina, desde donde al caer la noche vieron cómo su
ciudad natal se quemaba y sus hogares eran destruidos por las llamas. Les
dieron un lugar donde dormir en un granero. Luis continuó: “A media noche, no
sé qué hora era porque no tenía reloj yo entonces... pero me despertó algo. Y
oí que me llamaban. Y me asomé a la puerta de la cuadra, que daba a la plaza, y
vi la silueta de mi madre. Al fondo se veía Guernica todo ardiendo y con la luz
aquella le vi a ella. Era mi madre, que había encontrado a los demás hijos,
éramos cuatro hermanos, pero le faltaba yo”. Luis y su familia fueron
refugiados de guerra durante muchos años y finalmente regresaron a Guernica
donde, al igual que Picasso en París, Luis vive y trabaja como pintor.
Luis me llevó a su estudio, que tiene las paredes cubiertas
de pinturas. La que más se destaca es la que hizo sobre aquel momento en Lumo,
cuando su madre lo encontró. Le pregunté como se sintió en ese momento. Se le
llenaron los ojos de lágrimas. Pidió disculpas y dijo que no podía hablar de
eso. A unas cuadras del estudio de Luis se encuentra una de las fábricas de
armas que se salvó de la destrucción: una planta donde se fabricaban armas
químicas y pistolas, denominado edificio Astra. Aunque Astra se mudó, la
empresa de armas continúa teniendo vínculos con la ciudad, ya que varias de sus
armas automáticas llevan el nombre de “Guernica” y, según indica la empresa,
están “diseñadas por guerreros, para guerreros”.
Hace algunos años, un grupo de jóvenes ocupó la planta
abandonada para exigir que fuera transformada en un centro cultural. Oier Plaza
es un joven activista de Guernica. De pie junto a la planta, me dijo: “En un
principio, la policía nos expulsó, pero la volvimos a ocupar.
Finalmente, la
alcaldía compró el edificio, luego comenzamos este proceso de recuperar el
edificio para crear el proyecto Astra”.
El objetivo del proyecto Astra es convertir esta fábrica de
armas en un centro cultural donde se dicten cursos de arte, video y medios
audiovisuales en general. “Creo que debemos mirar el pasado para poder
comprender el presente, y si entendemos el presente podremos crear un futuro
mejor. Y creo que Astra es parte de ese proceso: forma parte del pasado, del
presente y del futuro de esta ciudad”.
Desde el “Guernica” de Picasso al autoretrato de Luis
Iriondo Aurtenetxa junto a su madre, pasando por la iniciativa de Oier Plaza y
sus jóvenes amigos, el poder del arte de convertir espadas en arados y de
resistir a la guerra se renueva constantemente.
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