Un hecho insólito, digno de ser incluido en la saga de
“Aunque usted no lo crea” de Ripley, el pasado 02.11.2011, un grupo de
estudiantes de economía tomó la decisión de retirarse en bloque de la cátedra
de Introducción a la Economía de la Universidad Harvard, en protesta por el
contenido y el enfoque desde el cual se imparte esta materia.
¿Qué hay de asombroso en este hecho?. En primera lugar, la protesta tuvo como destinatario directo al conocido economista Gregory Mankiw, ex asesor del Presidente George W. Bush y autor de uno de los manuales de macroeconomía más utilizado en las escuelas de economía dentro y fuera de Estados unidos. En segundo lugar, porque de acuerdo a la carta entregada por los/as estudiantes antes de retirarse de la cátedra, el motivo de la protesta fue su indignación por lo que consideran el vacío intelectual y la corrupción moral y económica de gran parte del mundo académico, cómplices por acción u omisión en la actual crisis económica. Y en tercer lugar, se trata de un hecho insólito, porque los integrantes del movimiento estudiantil detrás de este hecho de indignación académica en contra del pensamiento único neoclásico, pertenecen a la élite económica, social y política de los Estados Unidos, que se forma en la Universidad de Harvard para dirigir las corporaciones empresariales globales y/o para asesorar a los gobiernos en materia de políticas económicas y financieras.
En diversos párrafos de la carta al profesor Mankiw se
lee: “hoy estamos abandonando su clase, con el fin de expresar nuestro
descontento con el sesgo inherente a este curso. Estamos profundamente
preocupados por la forma en que este sesgo afecta a los estudiantes, a la
Universidad, y nuestra sociedad en general (…) Un estudio académico legítimo de
la economía debe incluir una discusión crítica de las ventajas y los defectos
de los diferentes modelos económicos. A medida que su clase no incluye las
fuentes primarias y rara vez se cuenta con artículos de revistas académicas,
tenemos muy poco acceso a aproximaciones económicas alternativas. No hay
ninguna justificación para la presentación de las teorías económicas de Adam
Smith como algo más fundamental o básico que, por ejemplo, la teoría keynesiana
..(…) ..Los graduados de Harvard juegan un papel importante en las
instituciones financieras y en la conformación de las políticas públicas en
todo el mundo. Si falla la Universidad de Harvard a la hora de equipar a sus
estudiantes con una comprensión amplia y crítica de la economía, sus acciones
serán susceptibles de perjudicar el sistema financiero mundial. Los últimos
cinco años de crisis económica han sido prueba suficiente de ello”. La carta
concluye: “No estamos retirando de su clase este día, tanto para protestar por
la falta de discusión de la teoría económica básica y como para dar nuestro
apoyo a un movimiento que está cambiando el discurso estadounidense sobre la
injusticia económica (Occupy wall street) . Profesor Mankiw, le pedimos que se
tome nuestras inquietudes y nuestro retiro de su clase en serio”.
Según reportan los escasos medios de comunicación que le
dieron cobertura a esta protesta, el movimiento de los estudiantes de Harvard a
favor de una economía crítica, se ha ampliado y ha incorporado otras demandas
para hacer de Harvard una “universidad socialmente responsable”. Una de éstas
consiste en la negociación de contratos de trabajo más dignos para el personal
de servicios de la universidad que sufre las políticas de flexibilización
laboral que tanto daño le han ocasionado a la clase trabajadora norteamericana.
Movimientos similares han comenzado a surgir en la Universidad de Duke
(Carolina del Norte) y en la Universidad de Berkeley (California)
El movimiento iniciado en Harvard por un cambio en el
enfoque dominante de la enseñanza de la economía no es nuevo. Más bien es un
movimiento que viene a sumarse a la iniciativa por un cambio en la enseñanza de
esta disciplina que iniciaron en mayo de 2000 los y las estudiantes de las
universidades francesas y que meses después recibió el apoyo de estudiantes de
Cambridge, Inglaterra.
En ese entonces, también el movimiento estudiantil
francés hizo pública una carta declarándose globalmente descontento por la
enseñanza recibida, que les impedía lograr una comprensión profunda de los
fenómenos económicos a los cuales las personas se enfrentan en el mundo real.
Un pasaje de esta carta señalaba que “ la mayor parte de nosotros ha escogido
la formación económica con el fin de adquirir una comprensión profunda de los
fenómenos económicos a los cuales el ciudadano de hoy en día se encuentra
confrontado. Ahora bien, la enseñanza tal como es expuesta –es decir en la
mayor parte de los casos la teoría neoclásica o enfoques derivados –,
generalmente no responde a esta expectativa”. La carta finalizaba con un
exhortación al profesorado francés similar al mensaje enviado al profesor
Mankiw: ¡Despiértense antes de que sea demasiado tarde!.
Hace casi 200 años, John Stuart Mill al asumir como
Rector de la Universidad de Saint Andrew, recordaba al claustro de profesores
de dicha universidad, que la función de las universidades no es hacer que los
estudiantes aprendan a repetir lo que se les enseña como verdadero sino que su
función es formar personas con capacidad de pensar por si mismas. De acuerdo a
este gran economista y filosofo, las universidades deben enseñarles a las
personas a “Poner en duda las cosas; no aceptar doctrinas, propias o ajenas,
sin el riguroso escrutinio de la crítica negativa, sin dejar pasar inadvertidas
falacias, incoherencias o confusiones; sobre todo, insistir en tener claro el
significado de una palabra antes de usarla y el significado de una proposición
antes de afirmarla……. El objetivo de la universidad no es enseñar el
conocimiento requerido para que los estudiantes puedan ganarse el sustento de
una manera particular. Su objetivo no es formar abogados ó médicos ó ingenieros
(ó economistas) hábiles, sino seres humanos capaces y sensatos……. Los estudiantes
son seres humanos antes de ser abogados, médicos, comerciantes o industriales;
y sí se les forma como seres humanos capaces y sensatos, serán por sí mismos
médicos y abogados (y economistas) capaces y sensatos”.
Es obvio que la incapacidad de las universidades actuales
de formar economistas críticos y sensatos no responde únicamente a posturas
personales e ideológicas de docentes y/o autoridades universitarias, sino más
bien responde a factores relacionados con el rol que las universidades cumplen
en la reproducción de las relaciones de poder dentro del sistema capitalista en
su fase neoliberal. Probablemente uno de los principales factores explicativos
de la crisis en la enseñanza de una economía crítica e integral, es la pérdida
de la identidad e independencia de las universidades debido a que han sido
capturadas por los intereses de las corporaciones y/o por la demanda del
mercado. Se les ha presionado directa (o indirectamente) a convertirse en
empresas educativas con la misión de formar a los dos tipos básicos de
economistas que demanda el mercado en la fase actual del capitalismo:
economistas especialistas altamente calificados/as y economistas generalistas
poco calificados/as para apoyar a especialistas o para desempeñarse en
funciones gerenciales. Esto a su vez ha conducido a una especie de
fragmentación del conocimiento y a la ausencia de pensamiento crítico. ¿El
resultado final? Economistas formados para adaptarse y/o colaborar con el
status quo que mantiene a la mayor parte de la humanidad en la exclusión y la
pobreza.
El mensaje que desde Harvard envían los y las estudiantes
de economía, no debería pasar desapercibido por las escuelas de economía del
mundo entero, en particular por las escuelas de economía de los países del sur.
Es tiempo de rectificar el rumbo (si se ha perdido en algún momento). Es tiempo
de separar la verdadera función universitaria de la función de formación
técnica superior, y sobre todo, es tiempo de devolverle a la enseñanza de la
economía el carácter crítico, riguroso e integral que tanta falta hace en los
momentos actuales de crisis sistémica que ha provocado el sistema capitalista.
Si no actuamos ahora, con hechos y no con meros
discursos, las escuelas de economía (y quienes trabajamos en ellas) estamos en
riesgo de correr – más tarde o más temprano- con la misma suerte del
desafortunado profesor Mankiw.
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