Octubre 1987
PREMISA
Mi ponencia
de sustenta, a la vez que se deriva, de la hipótesis GAIA planteada hace algo más
de una década. Ella postula que las condiciones físicas y química de la
superficie de la tierra, de la atmosfera y de los océanos, han sido y son
adecuadas para la vida gracias a la
presencia misma de la vida, lo que contrasta con la sabiduría convencional
según lo cual la vida y las condiciones planetarias siguieron caminos separados
adaptándose la primera a las segundas.
ANTECEDENTES
Los seres
humanos hemos vivido siempre bajo la impresión de estar en un planeta en el
cual existe vida. Por otra parte sabemos que hay otros planetas en los cuales
no existen formas conocidas de vida. De tal manera de que nuestro planeta
resulta tanto excepcional, por lo menos dentro de nuestro sistema solar. Otra impresión es, que el ser humano es un
sistema viviente que está rodeado de una cantidad de otros sistemas vivientes,
todos ellos dentro de un planeta como el que conocemos y habitamos. Todas
estas impresiones, a lo menos en parte,
han comenzado a cuestionarse en los últimos años.
A mediados
de la década de los sesenta, James Lovelock, un ilustre geoquímico británico
fue invitado por el California Institute of Tecnology en calidad de
consultor para un proyecto que consistía
en tratar de averiguar si existía alguna forma de vida en el Planeta Marte. En
aquel entonces, ningún vehículo especial había circunvolado a Marte, ni mucho
menos había aterrizado en su superficie. Todavía ni siquiera se había llegado a
la luna. El grave problema con que se enfrentaban los investigadores, desde el
punto de vista metodológico, era que
en realidad no sabían correctamente que es lo que estaban buscando. En efecto, si se quiere detectar la existencia posible de una
determinada bacteria, se sabe que experimento realizar para que se revele si esa bacteria realmente
existe o está presente, siempre que esté estructurado a partir de moléculas de
carbono como es el caso en nuestro planeta. Pero bien podía ocurrir una
eventual otra forma de vida en Marte no estuviera estructurada a partir de
moléculas de carbono, en cuyo caso, los experimentos conocidos no darían
resultado.
Fue frente a
esta encrucijada que Lovelock tuvo una idea brillante. Hizo el siguiente planteamiento:
todas las formas de vida, cualesquiera
que sean sus estructuras moleculares, tendrán inevitablemente como
características común, la de absorber energía del ambiente, procesarla y
expulsarla transformada de alguna manera. Como consecuencia de ello, el entorno
químico se estará alterando sin llegar a un estado estable.
Cualquier composición
química estable es predecible estadísticamente, pero, si hay vida, se producen
transformaciones energéticas y cambios de componentes, lo que no es
estadísticamente predecible. En otras palabras, si encontramos un ambiente que no está estabilizado y que, por lo tanto
no es predecible estadísticamente, quiere decir que hay probabilidades de que
alguna forma de vida este presente, aun cuando no sepamos cuáles son sus
características.
Se hicieron
las investigaciones en aquel entonces y efectivamente se llego a la conclusión,
a partir de la tesis de Lovelock, de que en el planeta Marte no había manifestaciones de ningún tipo de vida porque era un
medio ambiente químico casi totalmente estabilizado. Todo ellos, como se
sabe, ha sido corroborado posteriormente por las investigaciones espaciales.
Los
planteamientos de Lovelock se vinculan estrechamente como redefinición que
Ludwig Boltzmann hizo el siglo pasado de la entropía, al plantear que era una
medida de la probabilidad de una distribución molecular. Los sistemas
inestables de Lovelock corresponden a sistemas de organización molecular
altamente improbables. Se trata de
estados de desequilibrios, capaces de generar energía, como ya quedo dicho, lo
que no es posible en el equilibrio donde no hay energía disponible.
En estados
de equilibrio, propios de sistemas estables, donde la organización molecular
corresponde a una alta probabilidad, la presencia de cualquiera forma de
vida queda descartada. De otra parte, la
inestabilidad o la improbabilidad de una distribución molecular son condiciones
necesarias para la vida, pero no son suficientes. La condición adicional
corresponde a la capacidad de un sistema para conservar, por decirlo así, su
improbabilidad por encima y a pesar de los cambios o embates que ocurran en su
entorno.
La condición expuesta se conoce como el principio de homeostasis, y es característico de
todos los sistemas vivientes.
Una vez
completadas sus investigaciones relacionadas con Marte, Lovelock extendió sus estudios a nuestro planeta. No
se limitó, por cierto, a demostrar lo obvio: que en la tierra hay vida. Fue
mucho más lejos, hasta llegar a plantear su famosa hipótesis GAIA.
GAIA o GEA es el nombre de la diosa griega de la tierra. Según ha sido,
primero fue el caos, después vino GAIA es, en esta nueva visión, una entidad
compleja que incluye los suelos, los mares, la atmosfera y la biósfera. Todo
este sistema revela enormes desequilibrios de alcance global, que hacen posible
el mantenimiento de la vida, porque son capaces de mantenerse a través de un
comportamiento homeostático.
Dicho en
términos más simples, GAIA no es meramente un sistema que permite el
surgimiento de distintas formas de vida. Más que eso, parece en sí misma y por
derecho propio, ser un sistema viviente.
Como
veremos, el trabajar con esta hipótesis, significa un cambio
profundo en el modo de ver las cosas y, por cierto, en la manera de orientar
nuestras acciones.
ARGUMENTOS
La hipótesis
GAIA no es producto de la ecología que, como disciplina, está enraizada en la historio natural, en el
estudio detallado de los diferente hábitat y ecosistemas, ignorando el cuadro
de conjunto. GAIA es el producto de la
contemplación de la tierra desde el espacio, experiencia nueva y desconcertante
para los seres humanos.
Son muchas las
maneras en que se manifiesta el comportamiento homeostático de GAIA.
Antes de
dar algunos ejemplos, vale la pena compara lo que sería la composición básica
de nuestro mundo en un hipotético desequilibrio químico, con la de nuestro
mundo actual.
Tabla 1.
Comparación entre la composición de los océanos y el aire del mundo actual y la
que tendría en un hipotético mundo en equilibrio químico.
COMPONENTES
PRINCIPALES POR CIENTO
|
|||
SUBSTANCIA
|
MUNDO
ACTUAL
|
MUNDO EN
EQUILIBRIO
|
|
AIRE
|
DIOXIDO DE CARBONO
|
0.03
|
99
|
NITROGENO
|
78
|
0
|
|
OXIGENO
|
21
|
0
|
|
ARGON
|
1
|
1
|
|
OCEANO
|
AGUA
|
96
|
63
|
SAL
|
3.5
|
35
|
|
NITRATO SODICO
|
VESTIGIOS
|
1.7
|
FUENTE: J.E. Lovelock: GAIA una nueva versión de la
vida sobre la tierra.
El grado de
desequilibrio de nuestro mundo es asombroso. Pero más asombroso aun, es que tan
formidable nivel de improbabilidad sea y haya sido capaz de mantenerse por
miles y millones de años como producto de mecanismo homeostáticos. Veamos
algunos ejemplos: 1.- El reducido rango de dentro del cual se mantiene por
miles de millones de años la temperatura de la superficie terrestre. Algo
similar a lo que ocurre con la temperatura de nuestro cuerpo, que se mantiene a
pesar de los cambios de nuestro entorno. 2.- El mantenimiento invariable de la
proporción de 3.4%
de sal en los océanos. Un 4% habría implicado que el desarrollo de la vida
marina sería totalmente distinto de lo
que revelan los fósiles. Un incremento hasta el 6%, aunque solo fuera por uno
minutos, eliminaría toda forma de vida, porque a ese nivel de concentración
salina, literalmente se desplomarían las paredes de las células. 3.- La
presencia de cantidades precisas de metano que permitan mantener la
concentración del oxigeno en un nivel del 21%, además de ventilar las zonas de
vida anaerobia. Una concentración levemente mayor de oxigeno incendiaria a todo
el planeta. Una levemente menor impediría nuestro desplazamiento y el vuelvo de
los pájaros. 4.- La presencia de pequeñas cantidades de amoníaco que impide la concentración
de ácidos nítricos y sulfúricos como producto de las tempestades eléctricas.
5.- La presencia de la capa de ozono, que protege a la superficie de la tierra
de una exposición excesiva de rayos ultravioletas. 6.- La presencia de
cantidades infinitesimales de oxido nitroso y cloruro de metilo que regulen la
cantidad de ozono. El ozono en exceso es tan peligroso como en deficiencia. 7.-
La presencia de dióxido de carbono que permite la fotosíntesis generadora del
oxigeno.
Hay muchos otros ejemplos. El hecho es
que todos procesos aparentemente singulares, se integran en un gran proceso
global que da origen a un sistema supremamente complejo e improbable. Da, por
decirlo de otra manera, origen, probablemente, al mayor de todos los sistemas
vivientes conocidos por nosotros. Sistema del cual nosotros no somos más que un
componente.
Parecería evidente que donde la situaciones
de desequilibrio son de alcance global, como en el caso de la presencia de
oxigeno y metano en el aire, o de arboles en el suelo, de animales, insectos y
personas desplazándose por el mismo, se vislumbra algo de tamaño planetario
capaz de mantener inalterada por tiempo quizás indefinición una distribución
molecular altamente improbable. Esta es
la esencia más importante del discurso.
PROVOCACIONES
Es muy probable que muchas personas
que se sientan atraídas e identificadas con la tesis hasta aquí expuesta,
reaccionen, sin embargo, negativamente a las conclusiones que de ella se
desprenden. En algunos casos será porque resulta atacada la vanidad antropocéntrica. En otros, porque
pierden fuerza algunos argumentos que orientan políticas y acciones ecológicas
o ambientalistas. Sin embargo, una reflexión más profunda debería devolver la
tranquilidad a quienes se inquietan. En verdad, los territorios que se abren
pueden resultar mucho más fascinantes que aquellos donde actualmente se libran
las luchas por la preocupación ambiental y ecológica. Los párrafos que siguen,
sustentados en la observación y la deducción científicas, han de servir de provocadores.
La tendencia humana es la de suponer que
lo que daña directamente a la especie es lo más peligrosos para el conjunto de
la vida. Esto debiera ser preocupante porque genera decisiones y políticas
erróneas.
Es posible
que el desarrollo tecnológico, a través de sus manifestaciones, sea a la larga
dañino para nuestra especie. Sin embargo, las pruebas de que pueda resultar
igualmente dañino para el conjunto de la vida en nuestra biosfera, son bastante
débiles. El sostener y predicar lo
contrario puede ser buena política, pero mala ciencia.
Se tiene a
creer que, en un sentido ecológico, los peores atentados en contra de la vida
en nuestro planeta se originan en los grandes centros urbanos industriales. Más
concretamente en las regiones industrializadas de las zonas templadas del
hemisferio norte. Sin embargo, es en zonas no urbanas, afectadas y
profundamente alteradas por la erosión, donde se da el cuadro más dramático de
lo que significa la devastación de ecosistemas tanto naturales como humanos. Es
allí donde el ser humano y sus rebaños, apoyados en una tecnología primitiva y
en una agricultura deficiente e irresponsable, han disminuido más intensamente
el potencial de vida.
La
contaminación si se la entiende en términos de vertidos masivos de substancias
toxicas y de desecho, ha sido connatural
con la existencia de GAIA. Valga recordar el surgimiento del oxigeno
como la más grande de las contaminaciones hace mil quinientos millones de años.
Ella no destruyo la vida sino que la transformó. Y lo que es más, aquellas
formas de vida incompatibles con el oxigeno, conocida como anaerobias,
encontraron otros hábitat para seguir subsistiendo, particularmente los
pantanos, ciertas partes del subsuelo y los aparatos intestinales de los
grandes mamíferos incluidos nosotros.
Parece claro
que GAIA tiene regiones mucho más sensibles que otras en lo que respecta a sus
funciones auto reguladoras. Las plataformas continentales y las zonas
pantanosas parecen ser particularmente importantes. Lamentablemente las
atención se fija mas en las zonas con aparentes perturbaciones mas conspicuas,
como es el caso de zonas poluídas y
contaminadas, que resultan, sin embargo, menos peligrosas para la vida total
que aquellas que tendemos, por otra parte, a subestimar.
Aparte de
las plataformas continentales, la región más sensible de GAIA es el cinturón
comprendido entre los paralelos 45 grados norte y 45 grados al sur. Los daños
que se produzcan en esa franja podrían llegar a ser fatales e irreversibles.
La
deforestación, especialmente la tropical por medio del fuego, introduce en la
atmósfera además de dióxido de carbono, una amplia gama de compuestos químicos
orgánicos. Tales fuegos generan no menos de cinco millones de toneladas de
cloruro de metilo, cantidad mucho mayor que la liberada por toda la industria
mundial.
Los
principales peligros no están en lo que parece obvio: en los núcleos urbanos
industriales. Como dice Lovelock: “las áreas realmente críticas y necesitadas
de vigilancia atenta son, más probablemente, los trópicos, los mares y océanos
próximos a los litorales de los continentes. Es estas regiones, hacia los que
pocos vuelven la vista, donde las prácticas dañinas pueden alcanzar el punto de
no retorno antes de advertirse las consecuencias. Es en estas regiones de donde
con mayor probabilidad, pueden llegarnos las sorpresas desagradables. En ellas,
el hombre debilita la vitalidad de GAIA reduciendo su productividad y
suprimiendo especies esenciales para su sistema de mantenimiento vital. (1)
Los animales
grandes pueden tener importantes funciones especializadas, pero el peso
principal de la función auto reguladora de GAIA recae sobre los
microorganismos. Las algas en cooperaciones con bacterias aérobicas del suelo y
de los lechos marinos junto a la microflora
anaeróbica de los pantanos, ciénagas y plataformas continentales,
suministran, entre otros procesos vitales, más de la mitad de carbono.
“La vida de este planeta, ha dicho Lovelock, es una entidad recia,
robusta y adaptable nosotros no somos sino una pequeña parte de ella” (2) Los
animales y las plantas son los microorganismos en las plataformas continentales
y el suelo bajo la superficie.”
REFLEXION
Es
importante no confundir las indiscutibles capacidades que tenemos para
aniquilarnos a nosotros mismos y a una enorme cantidad de otras especies vivas,
con la posibilidad de destruir integralmente nuestra biósfera en cuanto sistema
vivo.
Nuestra
situación actual es un tanto paradojal, como ya quedo indicado. Nuestra
preocupación principal se centra en los daños más conspicuos, y pasa por alto
los dañas más profundos y significativos. A ello hay que agregar que esos daños
más profundos están ocurriendo, y seguirán ocurriendo, en la franja ocupada por
los países más pobres del mundo: aquella comprendida entre los paralelos 45 grados norte y 45 grados sur.
Agreguemos a lo anterior el hecho de cuando nuestra especie descubre
una fuente de riqueza, no puede resistir la tentación de lanzarse de inmediato
a explotarla al máximo.
La máxima
explotación futura ocurrirá en las zonas tropicales y en las plataformas
continentales de aquella franja central del planeta. Es decir, en la región exacta
donde GAIA, como totalidad, puede ser herida de muerte.
Esta
ecuación de máximo peligro, exige respuestas que no pueden provenir de la ecología
sola, ni de la visión GAIA sola tampoco. El enfoque ecológico y el
ambientalista son como el árbol que no deja ver el bosque. El holismo de la
visión GAIA, puede ser el bosque que no deja ver los arboles. Ambas visiones son
fundamentales, pero ninguna por si sola resuelve la ecuación del máximo peligro
en los términos que aquí la hemos planteado.
¿Cuál es la
economía que resulta coherente con la respuesta a nuestro dilema? Tampoco es
posible una respuesta directa. Necesitamos, quizás, abrir una nueva disciplina,
o mejor dicho, una transdisciplina que propongo bautizar como GEONOMIA, y que
integre y articule todo lo que es pertinente para administrar inteligentemente
no solo nuestra biósfera, sino para entender el rol que dentro de ella nos
corresponde y, así, aprender a
administrarnos a nosotros mismos para merecer el titulo que hasta aquí
nos hemos arrogado gratuitamente: el de
ser primates superiores, con alma y con inteligencia.
Propongo que
sea el evento a partir del cual comencemos la construcción de una necesario
GEONOMIA.
El Mundo Margarita
La teoría de
"Gaia" * de James Lovelock que causó gran revuelo en la década del 80
y que ahora ya es aceptada por los biólogos y otros científicos serios (porque
hay de los otros) en base a varios experimentos científicos. Lovelock hizo un
experimento que llamó "El Mundo Margarita" y cuya descripción
ocuparía varias páginas de una revista científica y otras tantas de un poemario.
El "Mundo
Margarita" fue un experimento, primero con variedades oscuras y
claras de margaritas y luego con margaritas de otros matices. Se comprobó que
había una autorregulación en el mas clásico estilo darwiniano y luego esa
autorregulación llegaba a los límites catastróficos de destrucción en la lucha
por el más "apto". Pero cuando se introdujeron otras especies de
margaritas grises, 10 y mas, la sobrevivencia se hacia ilimitada por
autorregulación.
Si estamos de
acuerdo con el planteamiento de Lovelock corroborado por estos experimentos
científicos de laboratorio y por la observación de la naturaleza y la sociedad,
no podemos menos que aceptar que la tendencia natural de GAIA (el planeta viviente)
es la multidiversidad y que la limitación de las especies, de los
sistemas orgánicos y sociales, la depredación de la naturaleza y de las
variedades culturales, es autodestrucción.
La
globalización es una tendencia natural de todas las especies, y por
supuesto de GAIA, es la necesidad de interrelacionarse. De conectarse, de
universalizarse. Es el instinto del "nosotros" que fué el primer
instinto de sobrevivencia en nuestro planeta y se sintetiza en la comunicación
del todo con todos y viceversa. La actual situación no se debe achacar a la
globalización, sino al sistema neoliberal, al capitalismo salvaje, que exacerba
el instinto del "yo" hasta el individualismo excluyente. Es
autodestructivo por que tiende a negar el instinto primero de sobrevivencia, el
del "nosotros". Este, no solo considera a los seres humanos, sino a
todo su entorno que también es vida y está en comunicación con todo como lo
comprueban los experimentos científicos de los que hablábamos.
Tendenciosamente
se hace creer que la globalizacióm es lo mismo que neoliberalismo. Esta
asociación crea la falsa "certeza", o mejor dicho, el fatalismo de
que no hay otros caminos que el neoliberal. Y este fatalismo ha contaminado a
sectores de intelectuales, a partidos de la llamada izquierda, arrastrados a
una crisis que es la crisis del sistema que contiene una derecha, un centro y
una izquierda. En otras palabras, el sistema con su derecha, su centro y su
izquierda está en crisis. Lo que ahora nace es el Nuevo Proyecto liberador,
multidiverso, equitativo, postneoliberal, en una palabra el Proyecto
Natural que garantiza la sobrevivencia de la Humanidad. Esto no es
una novedad. Ya los intentos del "socialismo real" revelaron
esta necesidad pero los ensayos fueron insuficientes y en ocasiones erráticos
por no considerar la diversidad, por querer "globalizar" una
experiencia sin respetar otras, es decir cojear con el mismo pié que el
sistema.
La crisis está
tocando los límites por que choca con todos los aspectos de la vida.
Tiene sus matices en los países desarrollados, en los pobres y en los más
pobres. Tiene sus efectos en los centros de poder. Lo único nuevo, diferente en
esta crisis es que hemos llegado al "número crítico", estamos
"condenados" al cambio. El sistema está agónico y en ese estado se
hace más cruel. La bestia está herida y en su agonía puede matar.
La crisis de la
izquierda seguirá siendo crisis si continúa actuando como parte del
sistema y éste… éste no tiene salida.
*GAIA,
fonéticamente es lo que se escucha en inglés del latín "GEAE" que
significa tierra.
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