Rafael Uzcátegui (*)
Algunas personas piensan, a raíz de la sentencia de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH) que favorece a Leopoldo López, que este organismo
tiene como función erosionar la soberanía de los países beneficiando a
determinado tipo de actores políticas, con capacidad económica para influir en
las decisiones de los magistrados. Esta apreciación es falsa por dos razones:
La primera porque es nuestra propia Carta Magnan, pues en el artículo 23 se
establece que los tratados, pactos y convenciones sobre derechos humanos tienen
jerarquía constitucional y prevalecen en el orden interno. En segundo lugar
porque dicha afirmación desconoce olímpicamente las anteriores sentencias de la CIDH contra Venezuela, que
precisamente benefician a personas que difícilmente pudieran ser calificadas
como oligarcas. Como se recordará, ante la imposibilidad de alcanzar justicia
ante los sucesos de febrero y marzo de 1989, las víctimas de la represión
indiscriminada por parte de las fuerzas militares acudieron a esta instancia
internacional de protección a los derechos humanos. La decisión logró lo que no
pudieron los tribunales locales: obligar a “una investigación efectiva de los
hechos de este caso, identificar a los responsables de los mismos, tanto
materiales como intelectuales, así como a los eventuales encubridores, y
sancionarlos administrativa y penalmente según corresponda”. Como sabemos, el
Estado ha incumplido esta sentencia, y se ha limitado a las reparaciones
materiales.
Otra sentencia del CIDH incumplida por el Estado venezolano ha sido la
correspondiente al 18 de enero de 1995 sobre el caso de El Amparo, hecho que el
pasado 29 de octubre cumplió 23 años. Como se recordará esta masacre fue
perpetrada por efectivos militares y policiales del “Comando Específico José
Antonio Páez” (CEJAP), quienes en esos momentos, presuntamente, realizaban un
operativo militar denominado “Anguila III”. Como consecuencia del ataque fueron
asesinadas 14 personas. Un hecho típico de lo que se conoce como “falso
positivo” donde se quitó la vida a inocentes para aparentar la lucha efectiva
contra la subversión en la frontera.
Por ausencia de justicia en el país, los familiares de origen humilde con el
apoyo de Provea presentaron el caso en el Sistema Interamericano de Protección
de los DDHH. El Estado de Venezuela, el 11 de enero de 1995, admitió su
responsabilidad por los hechos ocurridos. Fue en la Comisión Interamericana
de DDHH y luego en CIDH donde se pudo demostrar que lo que pretendió ser
presentado como un enfrentamiento con guerrilleros realmente había sido una
grave violación a los derechos humanos. En esas instancias internacionales que
hoy pretende el gobierno desprestigiar fue como los familiares de las víctimas
y los dos sobrevivientes obtuvieron un poco de justicia.
El 14 de septiembre de 1996, la CIDH
mediante sentencia ordena al Estado venezolano continuar las investigaciones de
los hechos y sancionar a los responsables. El 29 de enero de 2010 la Corte Interamericana
en su función de supervisar el cumplimiento de sus decisiones convocó al
gobierno venezolano y a la organización Provea a una audiencia en su sede en la
ciudad de San José, Costa Rica.
En esa audiencia la Corte ordenó que el gobierno debería presentar a más tardar el 25 de junio de 2010 un cronograma con información puntual y clara sobre todas las gestiones que realizaría para investigar los hechos, identificar, y sancionar a los responsables; las posibles fechas de tales gestiones, y las instituciones o personas que las llevarían a cabo. El gobierno se comprometió a cumplir ese mandato. Tras 16 meses de vencido el plazo dicho compromiso se continúa incumpliendo. Mientras tanto impera la impunidad y las víctimas esperan justicia.
Desde las altas esferas del gobierno y otras autoridades estatales existe un doble discurso. Mientras se afirma condenar esta masacre y otras como la de Cantaura y Yumare, se protege a los asesinos. Varios de quienes participaron en la masacre han ocupado y ocupan cargos en el gobierno. La Fiscal General se niega reunirse con las víctimas y no informa sobre las investigaciones que deben realizarse. Los archivos en poder de la Fuerza Armada y el Sebin no se desclasifican. Y lo que no es menor, y algunos intentan “olvidar”, es que algunos de los autores materiales e intelectuales de la Masacre de El Amparo han ocupado altos cargos durante la administración del presidente Chávez. Por ejemplo, Ramón Rodríguez Chacín, quien fue durante dos ocasiones ministro de interior y justicia.
¿Bajo qué argumento un gobierno que afirma su vocación humanista y justiciera con los crímenes del pasado tolera, como parte de los suyos, a responsables de graves violaciones a los derechos humanos, como el diputado Roger Cordero Lara, piloto del avión que bombardeó a los insurgente en la Masacre de Cantaura? ¿No son estas inconsecuencias y contradicciones las que verdaderamente atentan contra la soberanía del país?
(*) Coordinador del programa de investigación de Provea
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Deslinde2011 recuerda.
Fallecidos durante este hecho
En el enfrentamiento perecieron 14 personas, siendo ellas:
- José Indalecio Guerrero, de 51 años, nacido en El Amparo, era el maquinista de la lancha interceptada por el Cejap.
- José Emeterio Vivas, mecánico, ex reservista del Ejército, nativo de San José de Bolivar, Estado Táchira.
- José Ramón Puertas García, de 30 años, natural de Elorza en el Estado Apure, jornalero y pescador.
- Pedro Indalecio Mosqueda, de 32 años, nacido en El Amparo, ex reservista del Ejército y pescador.
- Rafael Magín Paúl Moreno, de 45 años, natural de Mata Azul de Agua, Estado Apure, pescador agricultor.
- Carlos Antonio Eregua, de 19 años, estudiante, nacido en Arauca, hijo del anterior. Residenciado en Colombia.
- Luis Alfredo Berríos, de 42 años, bedel del Liceo Francisco Aramendi.
- José Mariano Torrealba, de 50 años, pescador nacido en El Amparo.
- José Gregorio Torrealba, de 22 años, pescador, hijo del anterior y nacido en El Amparo.
- José Rigoberto Araujo, de 36 años, pescador, nacido en Orichuna, estado Apure.
- Arín Obadías Maldonado, colombiano de 44 años, albañil, nacido en Arauquita.
- Moises Antonio Blanco, de 24 años, colombiano, nacido en Arauca, residenciado en El Amparo, pescador y jornalero.
- Julio Pastor Ceballos, de 43 años, albañil y conuquero, nacido en Puerto Rondón en El Casanare, Colombia. Tenía 10 años viviendo en El Amparo.
- Justo Pastor Moncada, de 39 años, agricultor de Córdoba, con 16 años viviendo en El Arauca.
Y se declaran como sobrevivientes a este hecho José Augusto Arias y
Wolmer Gregorio Pinilla quienes fueron posteriormente llamados a
testificar en el juicio contra los indiciados como perpetradores de la
masacre.
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Los funcionarios que participaron directamente en la masacre disparando contra los 14 pescadores fueron:
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- Alí Coromoto González, Capitán de Corbeta de la Armada venezolana, de 36 años.
- Ernesto Morales Gómez, Maestro Técnico de Primera del Ejército de Venezuela, de 34 años.
- Omar Antonio Pérez Hudson, Sargento Técnico de Primera del Ejército de Venezuela, de 30 años.
- Salvador Ortíz Hernández, Sargento Mayor del Ejército de Venezuela, de 31 años.
- Andrés Alberto Román Moreno (a) Mario Perolito, Comisario General de la DISIP, Jefe de la Brigada Territorial andina, de 47 años.
- Maximiliano José Monsalve Planchart, Comisario de la DISIP, de 38 años. Explosivisita de la Brigada de Intervenciones.
- Celso José Rincón Fuentes (a)Hipólito, Inspector Jefe de la DISIP, de 42 años.
- Carlos Humberto Durán Tolosa (a) Cocoliso, Inspector Jefe de la DISIP, de 35 años.
- José Ramón Zerpa Poveda, Inspector de la DISIP, de 32 años de edad.
- Luis Alberto Villamizar, Inspector de la DISIP, de 30 años de edad.
- Franklin Gómez Rodríguez, Subinspector de la DISIP, de 33 años.
- Omar Gregorio Márquez, Subinspector de la DISIP, de 31 años.
- Tony Richard Urbina Sojo, Detective de la DISIP, de 29 años.
- Gerardo Rugeles Molina, Sumariador Jefe de la PTJ, de 47 años.
- Edgar Arturo Mendoza Guanaguanay, Inspector Jefe de la PTJ, de 37 años.
- Florencio Javier López, Subcomisario de la PTJ, de 37 años.
- Alfredo José Montero, Subinspector de la PTJ, de 30 años.
- Daniel Virgilio Vitanares Gómez, Agente de la PTJ, de 31 años.
- Jesús Rafael Rodríguez Salazar, Agente de la PTJ, de 30 años
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