70 vehículos resultan calcinados en los últimos diez
días.- La quema de coches se ha convertido en un fenómeno más del folclore
nocturno berlinés
El Pais (España) Juan Gómez - Berlín 25.Ag.2011
La del
miércoles al jueves ha sido la décima noche consecutiva en la que han ardido
coches aparcados en las calles de Berlín. Ni los 100 policías de paisano
dedicados exclusivamente a atajar la racha incendiaria ni una aparatosa
tormenta veraniega evitaron el incendio de tres turismos y un camión. El número
total de vehículos calcinados supera los 300 en lo que va de año. La serie que
ha continuado esta noche ha abrasado ya más de 70 automóviles. Con 1.200.000
vehículos aparcados en los 4.000 kilómetros de calles berlinesas, la policía se
ve impotente para detener la quema de vehículos. En las últimas 10 noches han
ardido por docenas.
La quema de
coches, lo mismo que la cada vez más ruidosa jarana callejera y las
interminables fiestas tecno, se ha convertido desde hace una década en un
fenómeno más del folclore nocturno berlinés. Nadie sabe por qué arden los
coches. Dicen en los servicios secretos alemanes (Verfassungsschutz) que la
costumbre empezó como una forma de violencia política de baja intensidad. Explican
que, hasta hace poco, la mayoría de los fuegos destruían turismos, todoterrenos
o deportivos de marcas caras. Sin embargo, de un tiempo a esta parte arden todo
tipo de vehículos: desde utilitarios Skoda hasta carísimos Maseratti. A un mes
de las elecciones regionales en la ciudad-Estado de Berlín, la serie
incendiaria se ha convertido en un asunto de debate político.
Atentos a
los titulares de prensa y a la alarma de muchos ciudadanos, los parlamentarios
federales Wolfgang Bosbach (democristiano, CDU) y Dieter Wiefelspütz
(socialdemócrata, SPD), dicen que los incendios de coches son "una paso
previo al terrorismo". Recuerdan ambos que también la sanguinaria Fracción
del Ejército Rojo (RAF) empezó su andadura hace cuatro décadas con ataques incendiarios.
Pero nadie explica quiénes son hoy estos supuestos aspirantes a terroristas, ni
si forman parte de una organización. No hay manifiestos, ni grupo alguno que
reivindique las quemas.
En 2009
ardieron en Berlín 401 coches, la mayoría de marcas caras y en barrios como
Kreuzberg, donde muchos de los vecinos veteranos protestan contra el
encarecimiento de los alquileres debido a la afluencia de personas más
acomodadas.
Pero la
propia policía reconoce que, si bien parte de aquellos incendios de 2009
tuvieron motivación política, los de los últimos meses podrían haber sido
causados, según los casos, por "imitadores de aquellos incendios, simples
gamberros o por algunos propietarios de coches que quieren estafar a las
compañías de seguros". También se ha especulado con la posibilidad de que
quemar un coche sea un rito de paso para ciertas bandas urbanas. No hay
pruebas.
El eco
mediático de los ataques pirómanos es, sin duda, un aliciente para imitadores,
aventureros y jóvenes con vaga ideología "antisistema". Además, los
medios han detallado hasta la saciedad lo fácil que es hacer una hoguera con un
coche: hacen falta un mechero y unas tabletas de las usadas para dar fuego al
carbón de las barbacoas. El incendiario coloca la tableta inflamable sobre la
rueda trasera más próxima al depósito de gasolina, aplica el mechero y se aleja
tranquilamente para no llamar la atención. Si le alcanza la sangre fría, puede
situarse en un lugar estratégico para contemplar cómo, minutos más tarde, el
fuego se habrá extendido por el neumático y hasta el depósito. Las llamas
pueden pasar a los coches aparcados al lado o abrasar algún árbol próximo.
Inusitadamente,
estas prácticas aún no han causado daños personales en Berlín. Para los
expertos, es sólo cuestión de tiempo que uno de estos incendios se extienda a
alguna vivienda o abrase vivo a algún viandante.
Algunos
medios apuntan a que podríamos estar ante una chispa saltada desde los graves
disturbios ingleses de este mes. Berlín es una capital comparativamente
pacífica y segura en cualquier otro aspecto. Pero los fuegos continúan.
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